¿Fe, cultura o tradición?

La Semana Santa leonesa ha finalizado otro año más, con ligera pena, muchos recuerdos y sensaciones, y sobre todo, proyectos y sueños para el año que viene, en el que la que suscribe espera participar "desde dentro". Este pensamiento fue el que inició una pequeña conversación con Elena y Sandra, dos de mis inseparables amigas, sobre los motivos de salir a procesionar. Sandra está decidida a participar conmigo, en concreto pujando el paso en el que también sale mi madre, la Virgen de la Esperanza. Ellas saben que yo no puedo pujarlo, soy consciente de que para eso hay que tener cierta fuerza y reconozcámoslo, mis bracitos dan risa, así que antes de comprometerme a algo en lo que tengo dudas de poder realizar, me mantendré al margen, sin fastidiar a aquellos que asumirán la gran tarea de mostrar el palio por la calles de León.


Elena cree que para realizar algo así es necesario tener fe; Sandra apostilla que sí, ella la tiene, a su manera, pero la tiene. Las dos son creyentes. Yo no. En mi caso no deja de ser un asunto complejo y sin resolver. Posiblemente me lleve toda la vida descubrir cual es mi fe, cómo se manifiesta, en qué creo. Las dudas religiosas y existenciales se constituyen como un talón de Aquiles en mi personalidad, angustiosa en ocasiones, recluida en un baúl de mi memoria las más de las veces, no me gusta pensar en ello. Reconozco que existe algo, prefiero considerarme agnóstica sin saber muy bien qué es. Por lo tanto, mi fe no es ningún motivo a la hora de procesionar. Aitor es bracero del
Lignum crucis en la Real Cofradía de Minerva y Veracruz. Y se considera ateo. La fe no le mueve a procesionar la reliquia por León durante horas. ¿Entonces? ¿Qué resorte nos empuja a ver todas las procesiones posibles? ¿Qué nos empuja a querer salir en una cofradía? ¿Cuál es ese sentimiento que nos recorre la espalda como un escalofrío cada vez que suena La saeta?


Cada uno tiene sus motivos, su fe particular, en mi caso me inclino a pensar en la tradición, en una imagen familiar desde que era una mocosa, ver los papones, las bandas de música, los enormes pasos con las tallas, el olor a incienso... La ciudad nunca ha estado tan hermosa como en esa época, cuando todos nos echamos a la calle, y cobran vida los sentidos. Huele a catedral, a esa vieja tradición ancestral; huele también a morcilla, sobre todo en la Plaza de San Martín, que siempre está llena, todos abarrotando los bares, de cortos o tapeo, en plena ruta, entrar, pedir, beber, comer, salir y a por el siguiente. Reunirse con los amigos, con la familia, no importa el frío, siempre estamos en la calle. Suena, las procesiones se sienten desde lejos, se adivinan por el retumbar de los tambores, la música de las bandas que tanto ha mejorado en los últimos años, esa música que pone en movimiento tallas magníficas, con siglos de antigüedad.

Es el acontecimiento cultural más importante de mi ciudad con diferencia. La fe que me mueve a querer participar es la de sentirme parte de ella, sobre todo cuando ves el ritual de cerca: cómo se viste Aitor, camisa blanca, corbata negra, pantalón oscuro, zapatos y calcetines negros, la túnica negra con bocamanga de terciopelo morado, el cíngulo bien colocado para sujetarla, y de momento el capillo colgado, que no se pone hasta el momento de pujar. A mami la vi ya vestida allí, en pleno voto de silencio, como reza su Cofradía,
la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de La Piedad, Amparo de los Leoneses, en cuya procesión saldré el año que viene, con túnica azul, viviendo desde dentro lo que siento desde fuera.


5 comentarios:

Unknown dijo...

Difícil de comentar la entrada que hoy escribes. De hecho me abstengo de hacerlo, al fin y al cabo no es más que una reflexión en voz escrita. Sólo deseo que si finalmente el año que viene te decides lo disfrutes enormemente.

Un beso Sonia

Saturnino dijo...

No importa cual sea el motivo, siempre que respetemos los motivos de los demás; y que seamos conscientes de que esta tradición tiene su embrión en la fe, en el cristianismo.
Un beso.

Sandra dijo...

Luciré en palio de "nuestra virgen" con la misma emoción que estos días hemos ido de calle en calle buscando la siguiente procesión. Sentiremos el escalofrío de la saeta desde dentro, y por supuesto iremos a los bares abarrotados: pediremos saltando obstáculos, beberemos, saldremos y llevarás el bote.
Un besazo "compañera".

Es un orgullo compartir este nuevo reto contigo ;D

Sara Moreira dijo...

Difícil reto el de opinar sobre tu entrada, pues esa religiosidad, o la falta de la misma, o esa fe, o la ausencia de la misma, son un tema tan complejo como el de la espiritualidad del Espíritu Santo. En ti están las preguntas y en tí están las respuestas. Urga, busca y rebusca.

Espero que, al menos, hayas disfrutado de la tradición.

Un abrazo

Anónimo dijo...

escucha esto http://www.youtube.com/watch?v=E8G0Pu_kr6I .L.A.