Vuelta al ruedo. II Carrera Popular Sto. Toribio.

Después de 15 días de descanso absoluto, de desconectar del running y todo lo que ello implica, regresé al mundo de la zapatilla como solo se puede hacerlo cuando uno siente que ya está de vuelta de muchas cosas: compitiendo. Sin salir a rodar ni un triste minuto y después de un viaje por tierras catalanas, me representé con mis padres en Astorga, con intención de participar en la segunda edición de la Carrera Popular de Santo Toribio, esta vez 10k mejor repartidos y organizados. 

Sin embargo el día, aunque la amenaza de la lluvia era constante, amanecía especial. Era el encuentro con nuestros amigos leoneses después de la gesta, el momento de compartir con ellos la alegría, de comentar "la jugada", las sensaciones, los sentimientos, e intentar picarles con el gusanillo, por si alguno se anima. ¿Mi frase más repetida? Al menos una vez en la vida un corredor debe tentar el mítico 42, es una experiencia que nadie debería perderse.

Entre estos entretenimientos precarrera, también con la presentación de la nueva equipación del Nunca, mi mente empieza a realizar un análisis de la situación: no he corrido nada desde ese Día, no sé cómo me encuentro, pero he venido a correr, a pasarlo bien y ver lo que sucede en un circuito de dos vueltas en el que debo empezar tranquila primero e intentar reventar la carrera después. 

La Escuadra del Nunca: servidora, Raúl, Pedro, Lorenzo, Saturnino, Abe, Susana y Mauri.

¿Qué sucedió? Pues lo previsto. Aunque me costó arrancar poco a poco fui cogiendo ritmo y fijándolo en 5', mientras compartía carrera con mi prima Susana y su amiga y un grupo de corredores con el que departí impresiones varias. Pasada la primera vuelta ya tenía una idea exacta del recorrido, muy favorable al principio pero con una cuesta pronunciada a falta de 2km a meta que podía fastidiar el final. ¿Qué hacer? Seguir disfrutando. Alcanzo a Raúl, nuevo compañero de equipo y que hizo una grandísima carrera, y pronto diviso a Abe, poniéndome a su altura en la bajada. Sin resuello veo en lontananza a otro debutante del Nunca, Pedro, y entablo una breve pero significativa conversación con Abe:

Yo: ¿Pedro es el cuarto corredor del Nunca?

Abe: Sí.

Yo: Pues a por él.

Melena al viento. Foto cortesía de mi madre, Ángeles.

Y ahí se acabó el sano disfrutar. Estrenando mi nuevo rol de caballero me disponía a presentar batalla... Ataco la cuesta fuerte, intentando sujetar mi respiración (tal y como mi padre me ha enseñado), me adelanta el grupito con el que compartí buena parte de la carrera, consigo engancharme a Pedro y con el ácido láctico explotando mis piernas, aprieto los dientes y mantengo ritmo en llano, intentando formar dúo con mi compañero de equipo. Pero Pedro no me sigue y yo intento no perder la estela del grupo. En ese momento mi cabeza inicia un debate: sé que bajo mi marca en 10k, pero ¿debo echar el resto e intentar atacar el sub50'? De un plumazo echo por tierra las dudas y me lanzo un mensaje claro y conciso: "¡Corre!" 

 Con el grupo. Foto cortesía de mi madre, Ángeles.

Entonces hace su aparición estelar Abe, que viene por detrás como un tiro, y rápidamente toma el control y me hace de liebre. Yo, lo confieso, no entiendo nada, se me escapa el por qué del ímpetu repentino de mi amigo, pero le sigo hasta que al adelantar a un corredor y tras el grito de "yo por la izquierda", me cambia brutalmente el ritmo y me deja de piedra y anonadada. Me queda un kilómetro y sea cual sea esa lógica de la carrera que se me escapa por momentos, hago un último esfuerzo y tiro hacia delante persiguiendo sabe dios qué "fantasmas", hasta que, sin alcanzar finalmente al grupo, que me sacó unos 20 metros, llegamos a meta en 48'49" de mi MMP en 10mil.

En carrera. Foto cortesía de mi madre, Ángeles.

Os preguntaréis... ¿Y qué mosca le picó a Abe para arrear de esa forma los últimos kilómetros? ¿Qué pasó para acicatearme al final de la carrera? Pues ni más ni menos que pilló una conversación del grupito en la que se recomendaba a la corredora que iba en él que no me perdiera de vista y no me dejara escapar, un indicio raro que dio que pensar al bueno de Abe, quien dejando de lado un planteamiento más cómodo de carrera prefirió seguir su instinto de "algo se cuece" y ayudarme a defender una buena posición en carrera. Efectivamente, me jugaba el 4º puesto de mi categoría, en algunos momentos pensamos que el 3º, que lo consiguió mi amiga Siridia, así que con mi MMP en 10k y un 5º puesto me fui de Astorga con la sonrisa de oreja a oreja y la sensación de habérmelo pasado como una enana.