El viaje

Ese cosquilleo nervioso y anhelante que sientes ante la elección de un nuevo destino. O los ojos brillantes que curiosean toda la información posible: lo que hay que ver, probar, conocer, dónde perderse... Esa es la esencia que creo busco allá donde viajo: un lugar en el que extraviarme para regresar distinta a como era.

El viaje...

Pocas cosas me hacen perder la cabeza tanto como un mapamundi, un nuevo sello en mi pasaporte y mi mochila al hombro. Y esos viajes alejados del turisteo en los que te envuelves de una atmósfera única y mítica, en los que te sientes sin procedencia alguna, sin fronteras, sin idiomas, sin costumbres... Esos viajes en los que, en medio del caos y lo incierto, todo parece encajar.

Viajar no deja de ser una forma de vida, sobre todo porque hay viajes que no se realizan en avión o en tren; viajes que requieren de otro viaje mucho más profundo y enriquecedor; viajes al interior de uno mismo, en los que exploras con los cinco sentidos activados y en perpetua búsqueda; viajes en los que la curiosidad rebosa pero al final no queda satisfecha; esos viajes que te llevan de ida, pero nunca de vuelta...

El principio de un gran viaje...

Desde que tengo uso de razón siempre he estado con una mochila al hombro, viajando siempre que he podido. A los cuatro años tuve mi primera experiencia viajera, de las de verdad, sin papá ni mamá. Mi hermano y yo nos fuimos de campamento unos días y cuando regresamos mi padre me tuvo que llevar a casa en brazos del agotamiento que tenía. Y debió de ser una experiencia grandiosa, porque desde entonces no he dejado de explorar hasta la extenuación, ni mis padres de verme llegar con una sonrisa en los labios y un 

mereció la pena

1 comentario:

Saturnino dijo...

Recuerdo aquél primer viaje, y las ganas que tenía de que volviéseis, aquella primera ausencia se hizo larga...después ya me he ido acostumbrando. No me ha quedado otro remedio.
Un beso.