Cabecita loca

Solo me atrevo a decirte esto de esta manera, aunque intuyo que lo has sabido siempre. Qué mejor forma que a través de este fragmento de un e-mail entre Francesca y Paula (Nativel Preciado, Camino de hierro, Espasa, Madrid, 2007):

A veces escuchar tus lamentos me resulta doloroso, pero hacen que me sienta útil y digna. Así que no lo dudes jamás, aquí estoy para escucharte. Me honras con tus confidencias porque aprendo de ellas. Nada mejor en tu situación que la soledad y la lucha interior; la evasión y la frivolidad reforzarían el drama. No hagas caso a quien te diga que te distraigas con cualquier cosa. Eres fuerte y doy gracias al cielo (sale otra vez a relucir la divinidad) porque veo que empiezas a remontar el vuelo. Estás creciendo con la desdicha y eso significa que saldrás fortalecida.

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