La reina oculta


Si alguien le hubiera dicho a Dan Brown que podía escribir un libro con una trama histórica tan enrevesada como su ignominioso Código da Vinci, pero con un estilo cuidado y correcto, unos personajes que evolucionan y una estructura construida para el suspense tal vez le habría salido una "Reina oculta" y no la cochinada que parió (con perdón).
Parto de la idea de que las tramas históricas tipo best seller con las que nos contaminan ahora no me gustan nada y es raro que se me vea con un libro de estos en mis manos. De ahí la extrañeza de mi querido Aitor al ver el libro rodando por mi habitación: "¿Qué haces tú leyendo esto?". Sin embargo, en mi defensa diré que el libro llamó mi atención, me pareció atractivo el argumento a raíz de la sinopsis y por eso decidí leerlo. El problema de leer estos libros es que partimos de un bagaje cultural del que a veces es imposible desprenderse, por eso me ha costado tanto esfuerzo acabarlo, sobre todo por aquellos pasajes del Fin d'Amor y el juego caballeresco entre el trovador y su dama (comportamientos cursis y estúpidos, vaya). La mezcla entre historia, política, rivalidad, enigma y amor está llevada al extremo en ocasiones y seguro que si me paro a analizar la estructura narrativa con atención le sacaré más fallos. Por lo menos el autor, Jorge Molist, se ha molestado en alternar capítulos (cortitos, como buen best seller que es) de la historia con aquellos narrados en primera persona por parte de la protagonista. Quizás sea excesivo alternar un narrador omnisciente con una primera persona, pero así da voz a Bruna, la protagonista, y de paso nos despista con cierta trama que la envuelve, fácilmente imaginable por otra parte.
Sin embargo, discuto seriamente la verosimilitud de la trama. Lo siento, pero si un novela pretendidamente histórica mezcla líneas argumentativas muy diferentes, algunas rayando en la novela fantástica, la historia en sí pierde credibilidad. Y creo que es una cualidad importante en novelas de este tipo, es decir, que yo me crea lo que cuenta, y no que me dé la risa en ciertos capítulos. En concreto, si al ir y venir de los personajes le sumamos las complicadas relaciones que mantienen entre ellos (una dama con ganas de ser satisfecha, pese al amor trovadoresco, y dos caballeros, uno trovador y otro militar pendenciero-arrepentido-iluminado por el "ángel de amor" como Don Juan), el socorrido priorato de Sión y los templarios, un papa muy malo, muy malo, con un abad del Císter fanático y demoníaco que es aún peor, ciudades arrasadas y violencia llevada al extremo, una cruzada sin sentido, una corte disparatada donde única y exclusivamente se practica el Joy (más parecida a la Rivendel de El Señor de los anillos que otra cosa), la Sangreal de Cristo como elemento imprescindible para dar vida a un auténtico ejército de gólems (los guerreos de Xian, vamos) en una ceremonia nigromántica practicada por otro eclesiástico obnubilado por su portentosa imaginación de loco de atar, más un intricado escenario político e histórico, si unimos todo esto digo, obtenemos La reina oculta.
Para quien le guste y se lo crea (o le divierta, no es necesario un acto de fe), estupendo. Como no es el caso, me queda el consuelo de que por lo menos está bien escrito.
Jorge Molist, La reina oculta, Ediciones Martínez Roca, Madrid, 2007.

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