Un mundo sin fin

Incumplo la regla básica y primordial de un blog, que es actualizarlo con asiduidad. Sin embargo, la temática del mismo y el hecho de encontrarme con novelones como el que me ocupa hacen imposible la tarea. Los quehaceres cotidianos han prolongado esta lectura más de lo que me hubiera gustado (sobre todo por el volumen de libros que le han de seguir), pero durante estas dos largas semanas han constituido mi único momento de paz cada día. Quise que esta fuera mi primera lectura del año, pero al final otras se abrieron camino antes, hasta que decidí que no podía dilatarlo más: era el momento de enfrentarse de nuevo a Kingsbridge.
Como casi todos los que han leído, o vayan a hacerlo, tenía en mente Los pilares de la tierra, una novela que me enganchó desde la primera página y que devoré en menos de una semana, en uno de esos momentos que se convierten en sagrados y que hace que durante días no pienses en otra cosa que no sea ese libro, saboreando y anhelando el momento de leerlo, con ganas de desaparecer... temporalmente. Lo mismo me ha pasado con la continuación, comprobando gratamente que, a veces, segundas partes fueron magistrales.
Si le puse una pega al anterior, a saber, el excesivo maniqueísmo de los personajes, entiendo que está superado en Un mundo sin fin (por cierto, creo que el título debería estar mejor elaborado), donde todos los personajes muestran ambigüedad. Por lo demás, la historia se ve envuelta en el amor, la amistad, la violencia, la venganza, el sufrimiento por la peste (gran protagonista de la novela), el desarrollo del priorato (y el convento) y la catedral. Sin embargo esta última, en vez de ser foco de la narración, es un mero pretexto de la trama y sin el protagonismo que gozó en la novela anterior. Esta vez el peso de la narración recae en la ciudad entera, Kingsbridge, y en cada uno de sus habitantes, muy lejos de ser mera comparsa de los protagonistas.
Por otro lado creo que a la novela le sobran algunas páginas y que los argumentos se tuercen innecesariamente en la parte final. Además, no se puede resolver una de las mayores intrigas de la historia con una elipsis del tipo "llevaban ya diez años...". Entiendo que si es algo que ha ocupado no pocas páginas y preocupado en extremo a los personajes no puede despacharse de esa manera. A uno le queda entonces la sensación de tanto para nada.
Con todo, al igual que la precedente, es una gran
novela, bien escrita en general e imprescindible para un ávido lector. Supera mis expectativas.

Ken Follett, Un mundo sin fin, Plaza & Janés, Barcelona, 2007.

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