Estos días surgirán muchas entradas en los blogs contando las experiencias personales en el Maratón de Madrid. Se hablará de marcas, de mejoras, de sentimientos, de nuevas experiencias, de sueños cumplidos... Otras veces he asistido al Mapoma para ver a mi padre o a mi tío, pero en esta ocasión la vivencia iba a ser especial. Era espectadora, sí. Pero con la particularidad de que esta vez sí sabía lo que se cocía por dentro, cómo se puede sentir un corredor, el trabajo que hay detrás, el grado de sufrimiento y concentración. Esta es pues la crónica de una runner sin zapatillas, de una runner que vivió el Mapoma 2009 desde el otro lado.
A las 8 suena el despertador y le doy tiempo a Aitor para que vaya despertándose mientras consigo que no se dé la vuelta y se ponga a dormir otra vez. Es domingo y resulta un fastidio madrugar. Pero yo ya tenía los nervios en el estómago y totalmente emocionada no paraba de repetir como un niño pequeño que me iba a la Maratón. A las 9 salimos de casa y mi emoción se me cae a los pies de manera estrepitosa. ¡No puede ser! ¡Está lloviendo! Menudo fastidio. Pensaba en mi padre. 42 km con lluvia. Era lo que nos temíamos durante la semana. Los peores vaticinios se cumplían y apesadumbrada dirijo mis pasos al metro, estación Pinal del rey, con un Aitor más dormido que otra cosa. Un cuarto de hora después nos plantamos en Cuatro Caminos. Son las 9: 35 h. "¡Pero si ni siquiera ha empezado la carrera, Sonia!". "¿Y qué pensabas, que me iba a perder el principio? Oye, que esto es la Maratón". Escojo la curva por el lado derecho, así les puedo ver venir de lejos. Al poco llegan mi madre y mi tía Anabel, que se colocan en el lado contrario.
De repente se despliega todo un dispositivo de Policía y Samur y aparece el coche oficial con el crono, 39', seguido del grupo de cabeza, todos negros. Un poco más tarde las dos primeras mujeres. No me lo puedo creer. Qué zancada. Qué forma de correr. No puedo sentir más que envidia. Maldigo mi mala suerte, la lesión, el no poder correr ni siquiera un poquito ("¡Por qué no metería las zapatillas, leñe!"). Pronto va surgiendo el goteo de corredores, cada vez más, hasta que un poquito antes de las 10:oo le veo surgir desde el fondo de la curva. Alto, moreno, con barba, de correr elegante, pantalón negro, camiseta naranja, dorsal 1034. No hay dudas, es CarLitros, mi Medio Vecino, a quien rompo un instante la concentración con mis gritos, ánimos y aplausos. Le saco una sonrisa, así que sé que va bien. "¡Venga! ¡El globo de las 3h lo tienes justo delante!", pienso, casi rezo.
Pasadas ya las 10:00 aparecen por la curva más y más runners y mi envidia crece por momentos. Hasta que diviso a alguien conocido con una cadencia constante, pantalón rojo, gafas de sol, pelón y la camiseta naranja fosforito con el escudo de León a un lado, la que nos dieron en nuestra Media Maratón: es el dorsal 8657, Servando, Crazysoul, que se queda un poco sorprendido con mis gritos de ánimo y agradecido pasa como un rayo cumpliendo su anhelado sueño. No mucho más tarde, en pleno jaleo de corredores y más corredores logro distinguir a mi tío Miguel Ángel, como un tiro, con la camiseta naranja del Nunca correrás solo y una gorra; mi grito ya llega tarde y no se da cuenta, como tampoco mi padre y su compañero de aventuras, Ángel, que también se enfrenta a su primera Maratón. Ni siquiera soy capaz de verlos con el continuo pasar de atletas. Mi madre desde el otro lado, emocionada, me avisa de que acaba de pasar. Son las 10:10 h. Otra vez al metro en dirección Príncipe Pío, km 25.
El equipo de animadores se amplía y se despliega. Mi tía Paloma, mis primas Susana y Silvia, nuestra prima Loli y su hija Irene se únen en Príncipe Pío después de ver el primer punto en la Calle Mayor. Nos colocamos en escalera: los primeros, en plena recta antes de llegar a la rotonda, somos Aitor y yo. Y es entonces cuando me pongo de mala leche. La gran estulticia que demuestra la gente se hace notar en el lugar en el que me pongo. Todos quieren ver pasar a sus conocidos, hasta el punto de crear un embudo que apenas deja pasar a los corredores. Surgen las malas contestaciones, algún que otro insulto, mis ganas de empujar a la señora que tengo delante (y eso que llegué yo antes)... en fin, todo un despliegue de buenos modales que me exaspera. Hasta que vuelvo a divisar al dorsal 1034, el caballero del correr elegante, y no hay señora que valga, me planto delante gritando como una posesa, dando ánimos al chico del sub3, que esta vez, todo concentrado me guiña un ojo. "El globo está más cerca. ¡Ánimo!", le digo mentalmente. Servando tarda un poco más en llegar y me saluda con la mano cuando pasa, siempre concentrado y en marcha. Su zancada es la misma. Es su sueño. Me distraigo inventando qué puede estar pensando. Seguro que no quiere "decirlo en voz alta", nombrarlo, que no quiere pronunciar las palabras mágicas "mi sueño es este y lo estoy consiguiendo", sino que va paso a paso, poco a poco, venga, ánimo.
Más y más corredores, un globo con gran concentración de ellos casi se traga a un insidioso niño con demasiada curiosidad (sin padres que le digan que no se ponga delante), alguno que otro se queja de que casi no hay sitio para pasar. Todo son protestas desde el lateral. La señora me sigue molestando. Estoy hablando por teléfono con Susana cuando diviso a su padre, mi tío Miguel Ángel. "¡Tu padre! ¡Para allá va tu padre!" Esta vez sí que me ve dando mil ánimos. Una sonrisa suya le despide de camino a la rotonda, donde no sabe que sus chicas están ahí para animarle todo lo posible. Con estas y otras distracciones diviso dos camisetas de las mías, las del Nunca correrás solo. Y lo que veo me sube la adrenalina a tope, hasta más no poder: mi padre y Ángel van relajados, sonrientes, pasándoselo como enanos. Y mil risas más cuando me ven y saludan todo contentos. "¡Este año toca marca personal, estoy segura!".
Los animadores se despliegan por la ciudad cubriendo la mayor parte de terreno posible. Que nuestros chicos no se queden sin ánimos. Mami y Anabel se dirigen a Lago, donde Abe entra en acción para hacer de liebre los últimos kilómetros. Allí están también Esther y el pequeño Ángel para animar al debutante homónimo y padre Ángel. El resto nos vamos a Retiro, aunque quede aún la mitad de la carrera. Y de nuevo, a cubrir varias posiciones: las chicas se desplazan a la subida de Alcalá para verles llegar. Aitor y yo a la línea de meta. "¡Pero si queda aún una hora para que llegue tu padre!". "Ya lo sé. Pero hay gente que llega antes y no me perdería por nada del mundo a Carlos por delante del globo de las 3h, así que andando!".
Dicho y hecho. Me sitúo aproximadamente un kilómetro antes de la línea de llegada, al principio de la recta final. Todo esta lleno de gente y van llegando muchos corredores. Contemplo sus caras ante la visión de la ansiada meta. Algunos van muy tocados, otros con un ritmo que ya quisiera yo, otros muchos recogen a sus pequeños y van con ellos hasta el final... Hasta que pasa el globo de las 3h. y lo contemplo con una mueca en mis labios. Aún no ha pasado Carlos. No va a poder ser esta vez. Se quedará con la espinita de bajar esas 3h. Y le veo aparecer con su correr elegante, sonriéndome cuando le animo en sus últimos metros y no le quito la vista de encima hasta que pasa meta.
11:20h. de la mañana. Servando hace aparición en el gran escenario de la Maratón de Madrid: la llegada. Invento lo que piensa: por fin, ahí está. Ahora sí: ¡lo he conseguido! No paro de decirle a Aitor: "¡Madre mía! ¡Menudo tiempazo se ha marcado el tío!". Y en esas estamos cuando los dos vamos viendo llegar a la gente. Es entonces cuando me toca agradecerle que me aguantara ese día. La papeleta no era nada fácil. Tenía que lidiar con el sueño y las pocas ganas de "pasar el domingo por la mañana en las carreras" con mi energía exacerbada. Mientras, vamos comentando que mi tío no acaba de llegar. "Ya debería haber pasado. No nos habremos despistado, ¿verdad Aitor? ¿Seguro? Anda, que si no nos hemos dado cuenta...". Pero ahí está. A pesar de sus molestias acaba otro Maratón en compañía de su hermano, mi padre, el hombre más feliz del mundo en su décimo 42km, el año de su marca personal: 3h46'53''. Me moría de envidia. ¡Menuda carrera! Madrugón, metro, esperar, divisar a la gente, animar, comentar a aquel corredor, has visto a ese, van bien... La emoción del día estalla y me doy cuenta de que estoy reventada y la rodilla me duele un montón.
Vamos caminando a meta, a la salida de los corredores. Hablo por teléfono con el hombre del correr elegante, CarLitros, que paró el crono en 3h0'22". Tan solo 22 segundos... pero es su mejor Maratón y la alegría le delata. Poco a poco vamos llegando todos. Mami, Anabel, Paloma, Susana, Silvia, Loli, Irene, Esther, Ángel, Abe... y los protagonistas, Miguel Ángel, Saturnino y Ángel. Todo son abrazos, sonrisas, comentando la jugada... Mi padre no cabe en sí de contento. No es para menos. Toca despedirse. El Nunca correrás solo reclama mi presencia para el año que viene. "Es mi sueño", respondo. Sé que todo depende de mi rodilla. Esa que tiene que visitar al médico en menos de una hora. Por soñar que no quede.
A las 8 suena el despertador y le doy tiempo a Aitor para que vaya despertándose mientras consigo que no se dé la vuelta y se ponga a dormir otra vez. Es domingo y resulta un fastidio madrugar. Pero yo ya tenía los nervios en el estómago y totalmente emocionada no paraba de repetir como un niño pequeño que me iba a la Maratón. A las 9 salimos de casa y mi emoción se me cae a los pies de manera estrepitosa. ¡No puede ser! ¡Está lloviendo! Menudo fastidio. Pensaba en mi padre. 42 km con lluvia. Era lo que nos temíamos durante la semana. Los peores vaticinios se cumplían y apesadumbrada dirijo mis pasos al metro, estación Pinal del rey, con un Aitor más dormido que otra cosa. Un cuarto de hora después nos plantamos en Cuatro Caminos. Son las 9: 35 h. "¡Pero si ni siquiera ha empezado la carrera, Sonia!". "¿Y qué pensabas, que me iba a perder el principio? Oye, que esto es la Maratón". Escojo la curva por el lado derecho, así les puedo ver venir de lejos. Al poco llegan mi madre y mi tía Anabel, que se colocan en el lado contrario.
De repente se despliega todo un dispositivo de Policía y Samur y aparece el coche oficial con el crono, 39', seguido del grupo de cabeza, todos negros. Un poco más tarde las dos primeras mujeres. No me lo puedo creer. Qué zancada. Qué forma de correr. No puedo sentir más que envidia. Maldigo mi mala suerte, la lesión, el no poder correr ni siquiera un poquito ("¡Por qué no metería las zapatillas, leñe!"). Pronto va surgiendo el goteo de corredores, cada vez más, hasta que un poquito antes de las 10:oo le veo surgir desde el fondo de la curva. Alto, moreno, con barba, de correr elegante, pantalón negro, camiseta naranja, dorsal 1034. No hay dudas, es CarLitros, mi Medio Vecino, a quien rompo un instante la concentración con mis gritos, ánimos y aplausos. Le saco una sonrisa, así que sé que va bien. "¡Venga! ¡El globo de las 3h lo tienes justo delante!", pienso, casi rezo.
Pasadas ya las 10:00 aparecen por la curva más y más runners y mi envidia crece por momentos. Hasta que diviso a alguien conocido con una cadencia constante, pantalón rojo, gafas de sol, pelón y la camiseta naranja fosforito con el escudo de León a un lado, la que nos dieron en nuestra Media Maratón: es el dorsal 8657, Servando, Crazysoul, que se queda un poco sorprendido con mis gritos de ánimo y agradecido pasa como un rayo cumpliendo su anhelado sueño. No mucho más tarde, en pleno jaleo de corredores y más corredores logro distinguir a mi tío Miguel Ángel, como un tiro, con la camiseta naranja del Nunca correrás solo y una gorra; mi grito ya llega tarde y no se da cuenta, como tampoco mi padre y su compañero de aventuras, Ángel, que también se enfrenta a su primera Maratón. Ni siquiera soy capaz de verlos con el continuo pasar de atletas. Mi madre desde el otro lado, emocionada, me avisa de que acaba de pasar. Son las 10:10 h. Otra vez al metro en dirección Príncipe Pío, km 25.
El equipo de animadores se amplía y se despliega. Mi tía Paloma, mis primas Susana y Silvia, nuestra prima Loli y su hija Irene se únen en Príncipe Pío después de ver el primer punto en la Calle Mayor. Nos colocamos en escalera: los primeros, en plena recta antes de llegar a la rotonda, somos Aitor y yo. Y es entonces cuando me pongo de mala leche. La gran estulticia que demuestra la gente se hace notar en el lugar en el que me pongo. Todos quieren ver pasar a sus conocidos, hasta el punto de crear un embudo que apenas deja pasar a los corredores. Surgen las malas contestaciones, algún que otro insulto, mis ganas de empujar a la señora que tengo delante (y eso que llegué yo antes)... en fin, todo un despliegue de buenos modales que me exaspera. Hasta que vuelvo a divisar al dorsal 1034, el caballero del correr elegante, y no hay señora que valga, me planto delante gritando como una posesa, dando ánimos al chico del sub3, que esta vez, todo concentrado me guiña un ojo. "El globo está más cerca. ¡Ánimo!", le digo mentalmente. Servando tarda un poco más en llegar y me saluda con la mano cuando pasa, siempre concentrado y en marcha. Su zancada es la misma. Es su sueño. Me distraigo inventando qué puede estar pensando. Seguro que no quiere "decirlo en voz alta", nombrarlo, que no quiere pronunciar las palabras mágicas "mi sueño es este y lo estoy consiguiendo", sino que va paso a paso, poco a poco, venga, ánimo.
Más y más corredores, un globo con gran concentración de ellos casi se traga a un insidioso niño con demasiada curiosidad (sin padres que le digan que no se ponga delante), alguno que otro se queja de que casi no hay sitio para pasar. Todo son protestas desde el lateral. La señora me sigue molestando. Estoy hablando por teléfono con Susana cuando diviso a su padre, mi tío Miguel Ángel. "¡Tu padre! ¡Para allá va tu padre!" Esta vez sí que me ve dando mil ánimos. Una sonrisa suya le despide de camino a la rotonda, donde no sabe que sus chicas están ahí para animarle todo lo posible. Con estas y otras distracciones diviso dos camisetas de las mías, las del Nunca correrás solo. Y lo que veo me sube la adrenalina a tope, hasta más no poder: mi padre y Ángel van relajados, sonrientes, pasándoselo como enanos. Y mil risas más cuando me ven y saludan todo contentos. "¡Este año toca marca personal, estoy segura!".
Los animadores se despliegan por la ciudad cubriendo la mayor parte de terreno posible. Que nuestros chicos no se queden sin ánimos. Mami y Anabel se dirigen a Lago, donde Abe entra en acción para hacer de liebre los últimos kilómetros. Allí están también Esther y el pequeño Ángel para animar al debutante homónimo y padre Ángel. El resto nos vamos a Retiro, aunque quede aún la mitad de la carrera. Y de nuevo, a cubrir varias posiciones: las chicas se desplazan a la subida de Alcalá para verles llegar. Aitor y yo a la línea de meta. "¡Pero si queda aún una hora para que llegue tu padre!". "Ya lo sé. Pero hay gente que llega antes y no me perdería por nada del mundo a Carlos por delante del globo de las 3h, así que andando!".
Dicho y hecho. Me sitúo aproximadamente un kilómetro antes de la línea de llegada, al principio de la recta final. Todo esta lleno de gente y van llegando muchos corredores. Contemplo sus caras ante la visión de la ansiada meta. Algunos van muy tocados, otros con un ritmo que ya quisiera yo, otros muchos recogen a sus pequeños y van con ellos hasta el final... Hasta que pasa el globo de las 3h. y lo contemplo con una mueca en mis labios. Aún no ha pasado Carlos. No va a poder ser esta vez. Se quedará con la espinita de bajar esas 3h. Y le veo aparecer con su correr elegante, sonriéndome cuando le animo en sus últimos metros y no le quito la vista de encima hasta que pasa meta.
11:20h. de la mañana. Servando hace aparición en el gran escenario de la Maratón de Madrid: la llegada. Invento lo que piensa: por fin, ahí está. Ahora sí: ¡lo he conseguido! No paro de decirle a Aitor: "¡Madre mía! ¡Menudo tiempazo se ha marcado el tío!". Y en esas estamos cuando los dos vamos viendo llegar a la gente. Es entonces cuando me toca agradecerle que me aguantara ese día. La papeleta no era nada fácil. Tenía que lidiar con el sueño y las pocas ganas de "pasar el domingo por la mañana en las carreras" con mi energía exacerbada. Mientras, vamos comentando que mi tío no acaba de llegar. "Ya debería haber pasado. No nos habremos despistado, ¿verdad Aitor? ¿Seguro? Anda, que si no nos hemos dado cuenta...". Pero ahí está. A pesar de sus molestias acaba otro Maratón en compañía de su hermano, mi padre, el hombre más feliz del mundo en su décimo 42km, el año de su marca personal: 3h46'53''. Me moría de envidia. ¡Menuda carrera! Madrugón, metro, esperar, divisar a la gente, animar, comentar a aquel corredor, has visto a ese, van bien... La emoción del día estalla y me doy cuenta de que estoy reventada y la rodilla me duele un montón.
Vamos caminando a meta, a la salida de los corredores. Hablo por teléfono con el hombre del correr elegante, CarLitros, que paró el crono en 3h0'22". Tan solo 22 segundos... pero es su mejor Maratón y la alegría le delata. Poco a poco vamos llegando todos. Mami, Anabel, Paloma, Susana, Silvia, Loli, Irene, Esther, Ángel, Abe... y los protagonistas, Miguel Ángel, Saturnino y Ángel. Todo son abrazos, sonrisas, comentando la jugada... Mi padre no cabe en sí de contento. No es para menos. Toca despedirse. El Nunca correrás solo reclama mi presencia para el año que viene. "Es mi sueño", respondo. Sé que todo depende de mi rodilla. Esa que tiene que visitar al médico en menos de una hora. Por soñar que no quede.
9 comentarios:
Muchas gracias por los ánimos y enhorabuena por disfrutar esta gran experiencia. Un maratón es un reto largo, con contratiempos, sufrimiento y despropósitos que pasan a un segundo plano cuando alcanzas la meta. Mi alegría me delataba porque seguramente hice la mejor carrera de mi vida a pesar de los 22 segundos...
Besos
El hombre del correr elegante
Ni te imaginas lo que me alegró verte en esos momentos, la comparación que más se me parece, es la de álguien que tras perderse en el desierto, encuentra un oasis.Corriendo entre miles de personas, miles de gritos de ánimo a mi alrededor y de repente sin esperarlo... ¡Oigo mi nombre! Que subidón, uf. Parte de este éxito, de este sueño cumplido es para ti.
Besos amiga
Emocionante crónica, Sonia. Qué importante es la gente que está "fuera" de la carrera!!! Seguro que sufriste más que alguno de los corredores.... Al año que viene te toca estar ahí abajo buscando gritos de ánimo. Un saludo.
Enhorabuena por tu crónica, yo soy un corredor aficionado que por ahora no estoy preparado para correr maratones (me he dado de margen 3 añitos para prepararme con alguna garantía de poder terminarlo)y de verdad que cuando la he leido me han dado más ganas aun de seguir corriendo y si llego a hacer alguno que sea el MAPOMA y a ver si me uno a Carlitros que yo tambien soy de Murcia (aunque no tan rápido). Un saludo
Estamos acostumbrados a leer las crónicas desde dentro y también es bonito verlas desde fuera.
Enhorabuena a los participantes de los que leo sus blogs y que han dado la talla a un altísimo nivel.
Y, concretamente, a tu padre, que con su 10ªMaratón se marca unos tiempos realmente envidiables. Cuando sea mayor (que ahora) quiero ser como él.
Sonia estupenda crónica y lo del maratón tenemos que hablarlo, ysa sabes lo que dicen por ahí "la paciencia es la madre de la ciencia".
Y mil gracias por tú incondicional apoyo, sin que el que sin duda no tendría estos mis pequeños exitos.
Un beso.
Seguramente los que no corren no entiendan la emoción que supone también "participar" en ellas como público. Una crónica genial desde otro punto de vista.
¿Qué sabemos de tu rodilla?
Un besazo.
CarLitros (u hombre del correr elegante): la carrera que hiciste y el tiempo son motivos suficientes para que estés contento, como bien pude comprobar cuando hablamos. Y me alegro doblemente: por tu carrera y por hacerme disfrutar a mí como espectadora.
Crazysoul: me siento muy satisfecha si mis ánimos pudieron contribuir mínimamente a la consecución de tu sueño. Me emocioné cuanto te vi la primera vez y pude seguirte en todos los puntos en los que me puse. Felicidades maratoniano!!
Rafa: y tanto que sufrí!! Y me emocioné y grité, y aplaudí y no paré de hablar... Fue una experiencia increíble! Mi sueño es estar allí, quien sabe si el año que viene. Trabajaré para ello, de eso no tengo dudas!
Pepe: ante todo, bienvenido a mi blog. Te animo a que sigas trabajando para poder participar en una experiencia como esta algún año. Y si es aprendiendo de un "monstruo" como CarLitros, pues qué mejor!!
Gregorio: los que vivimos la carrera desde fuera también atravesamos una especie de maratón. Siempre es importante reconocer la labor de esos que nos apoyan. En cuanto a los campeones de los que hablo en la entrada ten por seguro que han dado la talla a un nivel altísimo! Sobre todo mi padre (qué poco objetiva soy), que con mucha ilusión y moral ha conseguido su objetivo.
Saturnino: no te puedes imaginar lo que me cuesta parar los pies, jeje. Normalmente cuando me pongo un objetivo por delante no paro hasta conseguirlo, ya me conoces. Y menos mal que te tengo ahí para imponer un poco de cordura. Seguiré tu consejo: cuando esté lista iremos al Mampoma. Prometo no precipitarme. Pero jus, vaya ganas tengo!!!
Beatriz: una vez has participado lo vives de otra forma. Por eso esta maratón ha sido diferente a las demás. ¿Mi rodilla? Pues tengo buenas noticias: los problemas no son de la tendinitis, sino que la tengo cargada y cansada. Así que descanso, piscina, paciencia y poco a poco a los caminos.
Muchas gracias a todos por vuestra participación. Un beso!!!
Vaya post!
Me quedo boquiabierto, como escribe la tía!
Salu2-G
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