Empezar doblemente... o cómo una pupila se convierte en míster

El momento ha tardado en llegar, pero ha llegado. Después de un periodo de adaptación con mis plantillas, los vaticinios de mi podóloga se han cumplido: me he sentido muy rara con ellas al principio, pero ahora las echo de menos. Y como me sientan como un guante, pues ha llegado la hora de echar a rodar otra vez. La planificación para coger el hábito y un mínimo de fondo, como siempre, le ha correspondido a Jesús, quien ha diseñado un pequeño ciclo de tres semanas para que, progresivamente, vaya de los 20' a la hora, a un ritmo tranquilo y controlado.

Y así, esta semana hemos comenzado con el plan, 20' el martes, 25' el jueves y 30' ayer domingo, combinándolo con series de pesas y abdominales, además de algo de técnica de carrera, que falta me hace. Me he sentido bien, a gusto, con un mínimo de molestias, aunque algo cansada por la falta de costumbre. También he incluido un día de piscina para nadar tranquilamente, soltar músculos, estirar en el agua y relajarme, que me ha venido muy bien.

Y no contenta con ello, mi amiga Mariu, mi querida Muchachita, me ha pedido que la oriente en esto del correr, con el sano propósito de hacer ejercicio y sentirse bien consigo misma. Y en estas me he visto de repente, de pupila a míster de la noche a la mañana. Para ella he elegido un plan que combina el caminar y el correr, para irla acostumbrando a poner en funcionamiento la maquinaria, y así hemos completado dos días, viernes y domingo (¡sí! ¡El domingo doblé entrenamiento, como los pro!), con tres series de 3' de trote cada una. Mañana, a la vez, nos toca sesión a las dos, cada una con lo suyo, con la compañía de Sandra, mi sister, mi querida Muchachita, quien también saldrá, pero a caminar. 

Me emociona la ilusión de Mariu, las ganas que tiene, el entusiasmo que le pone, cómo acepta y pone en práctica todo lo que le digo...Y al mismo tiempo una sonrisa se dibuja en mis labios y me viene a la cabeza un único pensamiento: "Así empecé yo".