MAPOMA 2011. LA HISTORIA DE CÓMO LOS SUEÑOS TAN PERSEGUIDOS SOLO TIENEN UN FINAL DISEÑADO: CUMPLIRSE.

Me había imaginado el día de mi primera maratón muchísimas veces. Lo tenía en la cabeza constantemente, qué sentiría, qué haría ese día, cómo sería la entrada en meta, cómo el encuentro con los míos, incluso cuáles serían mis palabras en esta crónica. Llegado el momento me sorprendió ver cómo el guión se iba cumpliendo paso a paso, cómo todo lo soñado se iba haciendo realidad y después de todo... después ha llegado el vacío, la consecuencia más evidente para alguien que sabe que una maratón no son solo 42195 metros, sino el final de una de las etapas más duras de mi vida, acaso también la más emocionante, aquella que marca un antes y un después, porque detrás de esa línea trazada en el Retiro se quedan muchas cosas, se queda otra persona que un día necesitó exorcizarse, cambiar su vida, la forma de encararla, una persona que necesitaba volver a aprender a luchar. No fue un capricho, no fue una bravuconada, en su día decidí correr la maratón porque necesitaba hacerlo, y esta es mi historia...


La semana previa al gran día fui presa de los nervios, de la angustia, de las dudas, y mi cuerpo, tan sabio, cayó en una red tejida por él mismo. Ciertos problemas de salud me hicieron pasar un poco de miedo, tener la sensación de que la maratón, de alguna manera, me estaba poniendo a prueba aun antes de presentarme ante ella. Hasta que no llegó mi viaje a Madrid no regresó la calma, esa calma tensa previa a los grandes momentos, esa calma tan reconocible que duró dos días en los que pude pasar el tiempo con los míos y descansar todo lo posible. Pero amaneció el domingo, y los nervios se convirtieron en protagonistas de la escena hasta tal punto que tuve que desayunar por capítulos porque la cocina, sencillamente, se me hacía pequeña. Los momentos posteriores siempre los recordaré envueltos en una especie de nebulosa, de muchas caras, muchos ánimos, saludos a los corredores que acudieron a la cita en la Cibeles y últimos preparativos para afrontar el gran reto de mi vida. Y de repente, por fin, a las 9 de la mañana, rodeada de más de 10mil personas, llegó la tranquilidad, la conciencia de que todo estaba hecho, de que solo tocaba disfrutar del momento con la mejor compañía posible...

Si aun marchando con reyes guardas la sencillez...

 Mis Reyes y yo en la salida. Foto cortesía de Ángel.

Así, entre reyes, entre mi padre, Abe, Ángel, Jaime, Jan y Raúl comenzó el camino a mi sueño dando rienda suelta a mi emoción. A diferencia del año pasado, la subida a la Castellana fue tranquila, buscando sensaciones, hasta que en el giro en el Bernabéu, pasado el km. 3, se separan las dos carreras, la maratón y el 10k, y no puedo evitar soltar unas cuantas lágrimas, no puedo evitar pensar que hacía un año contemplaba al monstruo desde el otro lado y me hice una promesa a mí misma: "El año que viene correré por el otro camino". De nuevo el sueño haciéndose realidad. 

La maratón comienza a desvanecerse, aparece el flow, empezamos a correr por un raíl que mi padre y yo hemos forjado durante meses, una cadencia constante, un ritmo tranquilo pero seguro, respiración acompasada y pulsaciones controladas. En compañía de mis amigos se suceden los kilómetros como habíamos previsto, y entre bromas, risas y comentarios vamos haciendo la carrera, apoyándonos los unos a los otros, realizando una auténtica labor de equipo en los avituallamientos, dándonos ánimos y siguiendo hacia delante. Cada 5km marco vuelta en el crono, pero solo lo miro para tener una referencia, en realidad no me importa el tiempo y es mi padre quien lleva el peso de la carrera, los demás vamos siguiendo su estela, él siempre en el medio, controlándolo todo. 

Siguiendo al Gran Caballero. Foto cortesía de Ángel.

Se acerca ya Cuatro Caminos, el primer punto donde busco una cara entre la gente hasta que la encuentro pasada la glorieta; es mi tía Anabel, la primera en vernos, en darnos su aliento y seguramente en informar al resto de la expedición, formada por mi madre y mis amigas Sandra y Mariu, que vienen en tren desde León con los nervios y las emociones a flor de piel. Desde ahí, en continua bajada, atravesamos las calles más emblemáticas de la ciudad, Fuencarral, Gran Vía, Preciados, Sol, Calle Mayor, entre los vítores del público, como si fuéramos los héroes de una gesta que no está al alcance de cualquiera. Como he visto Madrid muy pocos podrán verla jamás, con las calles a tus pies, como si fueran alfombras rojas dando la bienvenida a los protagonistas de una leyenda imposible. En estas llegamos a la media como teníamos previsto, con la sensación de haberlo hecho muy bien hasta el momento, de estar haciendo realidad lo que tantas veces habíamos soñado. Y a partir de aquí mi mente empieza a trabajar. Sé que tengo muchas reservas, que voy bien, y que la maratón empieza ahora. La intención es mantener el ritmo el mayor número de kilómetros posibles y solo espero que el fuelle me llegue hasta el km. 32. 

Nos vamos acercando a Príncipe Pío y confieso que tengo un poco de ansiedad por llegar a este punto... La gente se agolpa a los costados, apenas deja avanzar, y yo busco entre todas esas caras las reconocibles, la de Aitor, Beatriz, Tábita, de nuevo mi tía Anabel y, sobre todo, la de Julio. Una vez pasado el mogollón de gente le diviso (cómo no hacerlo), nervioso, quizás emocionado, y pronto le pego una voz y le saludo. Es curioso las sorpresas que te da la vida, los regalos que nos caen encima, las personas que llenan nuestra vida cuando parecía que no nos merecíamos ser felices. Y allí estaba él, viéndome correr por primera vez, luciendo una pancarta que me hizo recordar y sentirme orgullosa de la gran persona que me iba guiando por tan duro camino: "De tal palo, la mejor astilla", y también haciendo que me diera cuenta de la gran persona que era su portador, quien había decidido compartir ese otro camino, que no es otro que la vida misma. Con esa motivación encima, era imposible que la Casa de Campo se convirtiera en un erial que diera al traste con el sueño. 

Julio y Mariu, al final, con dos de las pancartas de la carrera. Foto cortesía de Sandra.

Y allí, entre la primavera, primero Abe y después Jan, me desearon suerte y continuaron su gesta en solitario, guardando las espaldas de mi camino. Mientras me dediqué a regular fuerzas, a estar atenta a las señales de mi cuerpo, quien ya empezaba a notar las primeras molestias. Y mi mente seguía trabajando, pidiendo entereza y sentido común, pensando en si mi madre estaría a la salida de la Casa de Campo, deseando en realidad que no le diera tiempo... Hasta que llegamos al punto convenido, de nuevo los ánimos de toda nuestra gente, de Beatriz y Tábita, de mi familia Beatriz, Anabel, Mariano, Enrique y Lucía y, sobre todo, Julio, otra vez con una pancarta, "Ya lo sabes", con un mensaje que sólo él y yo entendemos, porque acaso solo los corazones precavidos entienden que "tú y yo" es una nota sostenida en "nosotros", lo demás, silencio de redonda. Aún le dio tiempo a echar una carrera cuesta arriba y mostrarnos el último mensaje antes de afrontar lo peor solos, "Cuando las cosas se ponen difíciles solo los valientes continúan", mi lema durante tantos meses...
Y así, sabiendo que nada merece la pena si no puedes compartirlo con alguien, si no tienes a un padre a tu lado que se olvida de todo solo por ayudarte a conseguir tus sueños, si no tienes a unos amigos dispuestos a secundarte en tu locura, si no estás respaldado por tu familia, que sufre y disfruta a partes iguales, si no tienes a otro "sueño" que es tú y es él y es nosotros, sin los grandes testigos de la vida, en definitiva, qué sentido tiene tentar un mito o convertirse en leyenda... Km. 32, en Puerta del Ángel Aitor, cámara en ristre, nos da sus ánimos para continuar el último cuarto de la carrera. He llegado a mi límite y hago recuento de daños. El ritmo sigue siendo constante, seguimos corriendo por un raíl, llevamos bien los avituallamientos, voy hidratada, sin molestias importantes, tranquila, con fuerzas en la reserva, y me impongo un nuevo límite, esta vez en el km. 35, justo antes de que la carretera pique para arriba. Llegamos al Calderón y tanto Ángel como mi padre empiezan a enviarme mensajes de sosiego, de tranquilidad para lo que ha de venir, acaso lo más duro. 

Si puedes rellenar un implacable minuto de sesenta segundos de combate bravío...

El terceto afrontando la última parte de la carrera. Foto cortesía de Ángel.

Y sin pensarlo demasiado nos palantamos en el inicio del final, en el km. 35, con las fuerzas necesarias para continuar al mismo ritmo en la subida. La cabeza envía sus señales, voy fuerte, llevo meses preparando este momento, visualizando estas cuestas, este final, y estoy más preparada que nunca para destrozarlo. Mi padre va con miedo, lo sé, sus continuas palabras pidiendo tranquilidad me ponen tras la pista de que tiene miedo a un reventón. Pero sé lo que me está pasando, sé cómo voy, sé qué fuerzas tengo y sé que llego sin sufrir, lo sé, en ese momento lo sé y por eso salen las palabras de mi boca: "Mete un piñón más". Hubiera dado lo que fuera por verle la cara a mi padre en ese momento, por saber lo que pensó cuando en plena cuesta, después de más de 35 kilómetros en las piernas, le exijo que aumente el ritmo, que puedo con ello... Para mí esa es la frase que resume toda la preparación para la maratón, la que resume los entrenamientos, los ritmos impuestos, el esfuerzo y la motivación. 
Pero sigue la carrera, y yo sigo en pie, intacta, luchando cada kilómetro como si fuera el primero, hasta que la cuesta de Alfonso XII rompe algo en mi interior... Una barrera emocional que he contenido a lo largo de casi 4 horas de carrera. La gente anima desde la acera y distinguimos a un amigo de León, Miguel, un corredor con el que tantas veces hemos hablado de ese momento, alguien que se alegró de verdad y nos dio el último empujón para cerrar la mano y atrapar nuestro sueño...

Porque llegó el km. 41 (en el enlace banda sonora para el final), el último de mi carrera, el kilómetro de la gloria de todos los valientes que tentaron la gesta. Y lloré, lloré con el corazón en un puño, con la piel de gallina, con mi mirada perdida en las caras de tantos testigos... Giro hacia el Retiro y ahí estaba, casi sin respiración, la larga recta que culminaba en esa línea trazada después de 42195 metros, esa línea que tantas y tantas veces había imaginado cruzar, esa línea que se mostraba tan real ante mis ojos, bañados en lágrimas, la línea que marca el antes y el después, la línea que simboliza el esfuerzo, la voluntad, la lucha continua, la línea perseguida por nosotros, mi padre y yo, en un sueño forjado a base de zapatillas durante horas de entrenamiento en todas las condiciones posibles, un sueño que se cerraba en nuestras manos entrelazadas a lo largo de esa recta. Y desde la grada todos ellos, gritando emocionados, mis testigos... Y entre todos, a los que veo y no los veo al mismo tiempo, entre mi familia Anabel, Mariano, Enrique y Lucía, entre Mariu, Sandra y Elena, entre Julio, entre Beatriz y Tábita antes, entre Aitor después, entre todos ellos, mi madre, nuestro Ángel de la Guarda, sus ojos, su sonrisa, sus lágrimas, simplemente ella... Y esa línea que se acerca, y nosotros tomando posiciones con nuestro amigo Ángel a mi izquierda, el gran Ángel, quien se olvida de su carrera porque sencillamente no le gusta correr solo, y mi padre a mi derecha, los tres, brazos en alto, puños cerrados, porque sí, ahora sí, después de soñarlo tanto, después de 4 horas de carrera perfecta la gloria, la GLORIA, es mía, y por fin esa línea trazada en el Retiro se queda atrás, con alguien que soñó que un día sería la heroína de su propia leyenda, y lo convirtió en realidad. 

El abrazo eterno con mi Ángel de la Guarda. Foto cortesía de Sandra.

Mi padre imponiéndome la medalla. Foto cortesía de Ángel.

Lo que vino después fueron las imágenes de un guión anhelado, nada se escapó a mis deseos, como si hubiera venido el genio de la lámpara y me hubiera concedido todo: mi padre colgándome la medalla, el eterno abrazo de mi madre, el beso de Julio... Hoy, a tres días vista de tan señalado día, lo tengo muy claro; lo más importante de convertirme en maratoniana no es lo que yo sienta al respecto, que no deja de ser una calma como nunca antes había sentido, sino lo que hice sentir a los demás: el orgullo de mis padres, la felicidad con la que se buscan con la mirada, esa mirada callada de tantos años que quiere decirlo todo, lo que ellos saben y han pasado, su propia lucha como padres, el abrazo y la intensa emoción de los amigos, que son mi gente, mi familia, los que me han aguantado durante meses, el beso prometido de Julio, al que tengo que decir tantas cosas, pero tengo todo el tiempo del mundo para decírselas... La felicidad grabada en sonrisa, en restos de lágrimas de mi familia, de los amigos que acudieron, de los valientes que culminaron después... Los sentimientos de tantas y tantas personas, y quién sabe, incluso lo que tú, lector o seguidor de este blog, estás sintiendo ahora mismo tras leer estas palabras...

Mis amigas y yo. Foto cortesía de Sandra.

Hoy puedo decir que soy mito, que soy leyenda, que soy maratoniana... Que me vacié para conseguirlo y que estoy lista y preparada para llenarme de nuevo de otros besos, otros abrazos, otras experiencias... En definitiva, porque 42 kilómetros y 195 metros no son solo 42 kilómetros y 195 metros, estoy otra vez dispuesta a llenarme de vida, porque acaso ser feliz debe ser la meta que tengamos todos... Gracias a todos. De corazón. 

Yo, feliz. Foto cortesía de Sandra.

30 comentarios:

Saturnino dijo...

Lo que he sentido como padre es difícil de narrar; solo nosotros sabemos lo que hemos pasado durante estos meses, los momentos malos y buenos momentos, son ya solo eso momentos; ya has recogido el premio a tu esfuerzo y determinación. Gracias por compartir este sueño conmigo.
Y la próxima vez, si hay próxima vez, ya no habrá miedos.
Un beso.

Abe dijo...

Es cierto los sueños hay que perseguirlos, cuesten lo que cuesten, gracias por dejarme participar un poquito nada más de uno de los tuyos.
Un besazo!!!!

Yolanda Pingüina Veloz dijo...

Que bonito Sonia, que emotiva crónica. Me has hecho llorar. Gracias por compartir de esta manera con todos tu experiencia, por ser tan generosa de regalarnos parte de tu sueño.

Espero que el día que decida intentar seguir la estela que habeis dejados los heroes y heroinas del pasado domingo, pueda sentir la mitad de lo que has sentido tú.
Fue un placer saludarte antes de la carrera.

Felicidades y que después de este lleguen muchos sueños más!

Alex dijo...

Qué bonito Sonia ! Vuestra historia como padre, como hijo y como maratoniano me llega un montón y me emociona. Lo has hecho a lo grandem Disfruta y felicidades otra vez

leonesnovato dijo...

¡¡felicidades!!; tiene que ser una pasada correr una maraton pero si ademas es como la has descrito muchisimo mas, ha sido un placer leer tu hazaña; gracias por compartirla.

Anónimo dijo...

Sonia, como entiendo cada una de tus palabras, sé que has estado escribiendo esta crónica durante meses, sólio ahora te has sentado a enseñárnosla
Disfruta estos momentos, porque creo que van a marcar el resto de tu vida
El maño pasado te adelanté bajando Castellana, este hemos coincidido otra vez y hemos cumplido un sueño
Enhorabuena

More dijo...

Felicidades Sonia, ya eres maratoniana, lo has conseguido y con creces.Al igual que en la cronica de ese gran caballero, has conseguido con la tuya ( por cierto preciosa ), emocionarnos y hacernos participes de este gran sueño hecho realidad.

Un besazo campeona.

Pingüino Diesel dijo...

La ultima foto lo muestra todo, tu orgullo y satisfacción personal, cuando estas bien contigo misma, y no es para menos!!! Como todos los demás deseo felicitarte a la vez que darte las gracias por regalarnos tus momentos antes y durante esta metáfora de la vida que es un maratón, conseguirás que mas de un@ nos embarquemos tb en esta aventura...
Bss

quico (elzorro) dijo...

primero de todo felicitarte por tu carrera MARATONIANA!!!
y despues envidiaros a los dos como ya le he dicho a el,por tener la gran suerte de poder correr al lado de su hija un maraton y a ti por correr al lado de tu padre que seguro le has hecho sentir el mas importante del mundo, experimentar todos eso sentimientos,sensaciones que solo en esta carrera puedes sentir,joder como me alegro por vosotros..
un abrazo

Raúl dijo...

Muchas felicidades Sonia, me ha encantado poder seguir vuestro camino hasta llegar al final soñado. Ójala que haya sido el primero de muchos más (yo ya estoy pensando en el siguiente). Descansa que te lo has ganado. YA ERES MARATONIANA.

Abuelo Runner dijo...

Muchas felicidades SONIA la vida da muchas alegrías... pero muchas con el esfuerzo y el sacrificio de uno mismo, tu entrenaste duro para recoger esas alegrías.. que hoy has compartido con mucha gente, haciéndoles participe de tu esfuerzo y tu buen hacer.
MUCHAS FELICIDADES MARATONIANA

SGF dijo...

LO HAS CONSEGUIDO!
"Quien te ha visto y quien te ve".
1beso

Carlos dijo...

Jajaja... "Mete un piñón más" ¡en plena cuesta! Has debutado a lo grande Sonia. Si antes te dije que a pocos debutantes había visto con tanta fuerza interior, veo que de físico tampoco andabas nada mal... A mí también me hubiera gustado ver la cara de Saturnino en ese momento, juas... Ahí, precisamente ahí, es donde no te esperas ese comentario de nadie.

Un besazo grandote y disfruta del éxito.

Jota dijo...

Vengo de leer la crónica de tu padre, y he de ser sincero, es más emotiva que la tuya :P.
Ahora en serio, enhorabuena por lo que has conseguido, leo de vez en cuando vuestras crónicas y sé que has pasado por momentos duros estos últimos meses. Tus analíticas negativas etc (esto de los blogs tiene eso, gente desconocida conoce parte de tu vida). Como dice un amigo mío: "todo lo que necesitas ya está dentro de tí". Cualquier otra persona habría abandonado su sueño, pero una vida sin sueños no es vida, es supervivencia.
Si algún día me animo a saltar de la media a la entera, me acordaré de tu historia de superación e intentaré aplicármela.
ENHORABUENA.

Xavi Runner dijo...

Felicidades Sonia, leer tu crónica me ha traído muchos recuerdos...ahora a descansar.

Jaime RunnerWolf dijo...

Preciosa crónica!!! Enhorabuena!!! me alegré de conocerte, y ahora a disfrutar Maratoniana!!! y Felicidades también, a tu Padre, todo un campeón.

TITAN dijo...

enhorabuena sonia eres una campeona y me has emocionado con tu cronica, vales mucho y recuerda como dice una persona muy especial que conozco que "la vida no se mide por los descansos que tomamos sino por los momentos que te roban el aliento...."
mis mas sincera enhorabuena, gracias a ti y a tu padre estoy convencido de que para el proximo año estare en el MAPOMA 2012...porque me habeis puesto los dientes largos y tengo que dar el salto de la media al maraton.

Jota dijo...

TITÁN, Mapoma 2012???. Eso si que es una noticia!!! Quizá habría que plantearselo si

Miguel dijo...

Hay pasajes en tu crónica muy emotivos y que se nos hacen comunes a los que hemos luchado contra los 42,195 hace poco. Muchísimas felicidades, por todo.

30672 dijo...

Enhorabuena Sonia, sueño logrado, sois nuestra envidia y nuestro ejemplo. Felicidades!!!

Beatriz dijo...

Fue un auténtico placer compartir contigo el recorrido hasta el Retiro. Eres un gran ejemplo de como, perseverando, los sueños se cumplen.
Un besazo, maratoniana.

vredaman dijo...

Felicidades por tu carrera y todo lo que ella incluía. Y en especial por contarla. Las emociones se viven. Las palabras se comparten y perduran. Gracias y suerte en tus nuevos retos.

Tortuga dijo...

He tenido un nudo en el estómago toda la crónica que sólo ha desaparecido cuando por fin hemos cruzado la línea de meta. Desde el sofá donde estoy sentada he corrido y disfrutado este maratón contigo!!!!!! Gracias por compartirlo.

Antonio J. Ruiz dijo...

Enhorabuena chica. Magnifica cronica

Siridia dijo...

Y ya está Sonia, se dice en una entrada de blog, pero vaya tela!!!jajja. Enhorabuena por esa constancia y todo el camino recorrido hasta llegar a esa meta que cruzarías como habíamos pactado a la 1 de la tarde...casi como yo en la Tebaida (donde me acordé de tí en muchas ocasiones). He visto toda la progresión que has seguido para llegar aquí y diría que empezó para tí mentalmente en los 10k de Madrid el otro año, pero yo lo ví realmente subiendo a Choquequirao en Perú, para mí, allí empezó todo.
un beso

lunallena dijo...

Muchas felicidades!!! eres un claro ejemplo de que la confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito ¡¡¡enhorabuena!!! no solo por conseguir tu sueño si no también por saber expresarlo con palabras y compartirlo con los demás. ¡¡¡Gracias!!! has conseguido emocionarme.
Un besín

Unknown dijo...

Que grande eres wapetona. No dejas de emocionar en cada crónica que escribes... Y esta además es especial. ¡Bravo!

Jaal, Corredor Incierto dijo...

No me había dado una vuelta por estos lares. Enhorabuena Sonia. Pasada la Casa de Campo tu padre y tu ibais como un tiro.

A disfrutarlo.

Antonio Morales dijo...

Felicidades y gracias por emocionarme.

Espíritu González dijo...

Ya sé como es Madrid. Es la crónica más bonita que he leido nunca. No exajero