Marrakech

Planear viajes es como escribir una novela, una forma idónea de soñar e imaginar escenarios, gentes, aventuras. Marrakech se antojaba así como un lugar envuelto en una atmósfera especial, bulliciosa, asfixiante, pero también con mil y un tesoros escondidos. En una semana pude comprobar cómo ciertas ciudades tienen alma y cómo nuestra percepción de ellas cambia a medida que nos vemos inmersos en sus maravillas. Sin itinerario previsto, sin nada organizado, con la sola compañía de Julio, así descubrí Marrakech...

Madraza de Ben Youssef

Nada más pisar suelo marroquí no conviene dejarse llevar por las apariencias, si fuera por eso uno saldría del hotel (riad en este caso) o, peor aún, cogería un vuelo de regreso a casa, porque, siendo sinceros, Marrakech supone un gran lío de gente, callejuelas, suciedad, olores y miradas furtivas que provocan un enorme choque en la primera toma de contacto con la ciudad.

Plaza de Djemaa el Fna

A medida que pasan los días, si uno se toma la molestia de ver más allá y dejar a un lado el punto de vista del turista, la ciudad roja se multiplica en miles de puertas que abrir, en jardines que surgen de la nada para dispersar la mirada en cientos de colores, en la quietud de patios que rivalizan con el caos exterior, en la arquitectura de palacios y mansiones, en la rica decoración del zellij, de los estucos, de la madera de cedro pintada. Y dentro del bullicio, después de un té a la menta, dejarse perder por los zocos en un estallido de objetos y vendedores que tratan de llamar continuamente nuestra atención.

En el Museo de Marrakech

Marrakech es un lugar excelente para perderse, pero basta la quietud de un remanso de agua regado de pétalos de rosa, la iluminación tenue de pequeñas velas, un buen masaje y unos ojos desbordantes de felicidad para hacer que uno se encuentre definitivamente. Ese será mi mejor recuerdo, el regreso definitivo a la calma con la persona que todo lo hace posible.

Julio en el Jardín Majorelle

Si de running hablamos, conseguir una rutina me cuesta demasiado ahora mismo; prefiero el correr errático, el aquí y ahora, el dar al cuerpo lo que pide, sin planes de entrenamiento, si me apuráis, sin siquiera entrenar. Después de la maratón me lo merezco, después de los últimos éxitos, los pódiums recientes en las carreras y mi liderazgo en la I Copa Diputación de León, me inclino por mantener este idilio con mis zapatillas. La rutina del otoño ya será otra cosa... ¡Ah! ¡Se me olvidaba! He vuelto...



6 comentarios:

Raúl Rubio dijo...

Pues buen viaje, y por lo visto disfrutado.
Ah! y bienvenida de nuevo.

Un beso.

Santa Biología dijo...

Bienvenida!!!!! El otro día se te echó de menos en Losada.

Tomo nota para un próximo viaje, nos has puesto la miel en los labios.

Un saludo

manualidadesester.es.tl dijo...

a mi lo que más me llamó la atención eran las cientos de motos con tres personas a toda pastilla por callejuelas de un metro de ancho.

Carlos dijo...

Hablas de colores, olores, miradas, sonidos... Tus sentidos han trabajado de lo lindo en ese viaje, Sonia.

Ahora sigue a tus erráticos pasos. Ellos sabrán donde llevarte...

Besos. ;-)

Tania dijo...

Marrakech precioso!!!
Bienvenida :-)
bss
Tania

Pingüino Diesel dijo...

Pues ya se notaba tu ausencia...Buenas vacaciones y feliz regreso!!!