Dragonte 2011. Cae el telón.

Dragonte, con el paso de los años, se ha convertido en una carrera mítica dentro del calendario runneril leonés, no solo por la leyenda del dragón creada en torno a ella, sino por el mimo y cuidado con el que se trata al corredor. Con esta premisa y el trabajo de Miguel Basurco y sus colaboradores, es imposible que nada pueda salir mal, y por eso esta carrera es para mí un ejemplo de organización impecable. 

Instantes antes de la salida, junto a mi padre. Foto cortesía de mi madre, Ángeles.

Como todos sabéis, acudí este año a la cita con la intención de sacarme la espina de hace dos años y poder demostrar que las cosas habían cambiado. La mañana amaneció con una niebla baja e intensa, muy húmeda y con un frío que se te clavaba en la piel como miles de cuchillos. Pero allí estábamos los 500 corredores que queríamos desafiar al dragón. Desde el castillo de Villafranca se da la salida, y mi padre y yo la afrontamos hombro con hombro una vez más. Tenerle a su lado en ese momento es un apoyo imprescindible, como lo es también mi madre, Ángeles, quien una vez más nos acompañó y dedicó su tiempo a fotografiar toda la carrera. Callejeando por la localidad berciana nuestros ojos la buscan, mi padre un tanto preocupado por no verla en el puente de piedra, donde se suponía iba a estar, pero yo sabía que ella se acercaría todo lo posible al dragón, quizás la última persona que nos daría su aliento antes de comenzar la subida. Y efectivamente, allí estaba...

Justo antes de comenzar la vertical.


Quedan 5km para Dragonte y la carretera pica hacia arriba. Pronto nos encontramos la vertical, dos rampas duras al 20% que me hacen ralentizar en exceso el ritmo. En esos momentos soy consciente de que hoy no tendré el día, no me acompañarán las fuerzas, ni posiblemente el ánimo y ante tal panorama me obligo a no pensar. Poco a poco vamos dejando el mar de niebla, el gris queda atrás y el sol colorea las montañas a nuestro alrededor. Llega el calor, pero no las buenas sensaciones. Mi padre sigue animándome una y otra vez, se acabó lo peor y ahora toca afrontar el resto de la subida, mucho más tendida. Pero no tengo fuerzas. Mentalmente voy aguantando de 500 en 500 metros, cada vez se me hacen más largos, por momentos pienso que este maldito dragón va a ganarme la partida una vez más. Sufro mucho, cada paso me cuesta el doble que el anterior. El dragón no deja de hostigarme, mis cuádriceps van al límite, mis gemelos no responden, no puedo dar ni un mínimo cambio para modificar la zancada. Nada ocurre. Solo estoy yo y mi sufrimiento. Y ese maldito dragón...

Últimos ánimos de mi madre.


Alcanzamos el km 4 de la subida. Giramos hacia la izquierda y entramos en Dragonte, pero el final nos tiene reservado una cuesta de bastante desnivel. A esas alturas me conformo con seguir poniendo un pie delante del otro como sea. Mi padre me sigue animando una y otra vez. La gente del lugar y los corredores nos reciben con aplausos, gritos de ánimo y todo su apoyo para los últimos metros. Nunca 300 metros me costaron tanto. Pero allí, al fondo, la pancarta de meta nos espera, una meta que no solo dicta el final de Dragonte o nuestra victoria sobre el dragón, es la meta que pone fin a la I Copa Diputación de León, la que culmina mi gran año, el del despegue, el año en el que me convertí en maratoniana, el año en el que más rápido he corrido y en el que más he disfrutado haciéndolo. 

Soñé un final distinto, con mucho menos sufrimiento del que padecí ayer, pero tampoco cambio ese destino por otro. No hay mejor victoria que la que cuesta conseguir. Y a mí me ha costado. Desde el año pasado en el que decidí hacer realidad un sueño, hasta ayer, 27 de noviembre, en el que cacé un dragón. No podía finalizar la temporada de otra forma que no fuera esa. Ese es el premio que me llevo y solo así puedo decir, por fin, que CAE EL TELÓN.


GRACIAS A TODOS

No hay comentarios: