Imaginaba el mundo un lugar posible en el que poder tejer una hermosa red de conspiraciones, al igual que en Días de Reyes Magos; un lugar monstruoso en el que fuera posible introducir un rayo de luz y esperanza. Pero las cosas no suceden como las imaginamos, mucho menos como las soñamos, pues los sueños, hechos de material invisible y frágil, se deshacen en nuestras manos apenas los tocamos.
La mejor conspiración de su vida fue aquella en la que se le invitó a participar, sin preguntarle siquiera. Y pronto se vio cómplice de la mentira, y acaso peor, del silencio que se adueña de todo cuando ya no queda nada por decir, cuando la ponzoñosa mentira ha extendido todo su veneno por cada una de las palabras: mantener el engaño recurriendo a uno y otro engaño. Y el silencio. El otorgar y permitir el atropello.
Pero llega el día en el que todo ya no importa nada, porque tú no le interesas a nadie, porque algo más grande y hermoso que todo lo que tienes debe irse, porque la vida juega, y mucho, y mal, y siempre es más tramposa que el ladrón.
La mejor conspiración de su vida fue aquella en la que se le invitó a participar, sin preguntarle siquiera. Y pronto se vio cómplice de la mentira, y acaso peor, del silencio que se adueña de todo cuando ya no queda nada por decir, cuando la ponzoñosa mentira ha extendido todo su veneno por cada una de las palabras: mantener el engaño recurriendo a uno y otro engaño. Y el silencio. El otorgar y permitir el atropello.
Pero llega el día en el que todo ya no importa nada, porque tú no le interesas a nadie, porque algo más grande y hermoso que todo lo que tienes debe irse, porque la vida juega, y mucho, y mal, y siempre es más tramposa que el ladrón.
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