Este libro de Margo Glantz fue especialmente comprado para mí ("nada más leer el título supe que sería tu regalo") por la sencilla razón de que soy "una mujer con muchos zapatos que pisa fuerte por la vida buscando su camino y marcando con su ritmo el camino de los demás" (perdón Vane por mostrar parte de tu dedicatoria, pero es que escribes muy bien). La lectura me sorprendió porque esperaba encontrarme otra cosa, pero esta sucesión de historias contadas por Nora García toca muchos puntos.
No solo es el relato de alguien que adora los zapatos, especialmente los de diseñador, sino que es un ejercicio metaliterario y psicoanalizador en el que Nora García experimenta el mundo a través de su cuerpo y sus sensaciones.
Los relatos funcionan como una especie de mosaico que nos dan una idea fragmentada de Nora García. Por ejemplo, Londres es uno de los espacios que conforman dicho mosaico. Pero Londres no es Londres, sino Londres a través de los ojos de una extranjera que viaja en los autobuses de dos pisos, en los antiguos (los imperiales) y construye la ciudad desde ellos; también es Londres a través de la pintura: Stanley Spencer, Francis Bacon, William Turner, Lucien Freud.
Nora García también es ese "animal de dos semblantes", al igual que su chow chow, Groucho, un perro que es capaz de confortar la mayor de las soledades ("En suma, y esto es muy importante, los perros lo protegen a uno contra la soledad cuando los hijos desaparecen o se van y la verdad es que desaparecen o se van muy pronto", p. 59) y sin embargo atacar y morder a cualquiera (sobre todo a la criada). Es un perro con pedigrí y un callejero al mismo tiempo.
Sin embargo, el relato más conmovedor es "Palabras para una fábula", en el que las propias palabras sufren y chillan "como putas". Un relato en el que el cuerpo de Nora García es maltratado y fragmentado, cosificado. Cada una de las partes de su anatomía es símbolo de vida (y erotismo), pero también de muerte. Y esa certeza olvidada a menudo es la que nos pone los pies en el suelo. También los zapatos, por supuesto de diseñador.
"Ésta es obviamente la historia de un viaje, mi viaje, un viaje singular, la historia de un turismo a medias, recorro Londres en metro o en un camión rojo de dos pisos, antiguo, con su plataforma descubierta, su escalera de madera casi de caracol y su cobrador reglamentario (quizás hindú) y desde la parte trasera del autobús donde se sientan los fumadores, cerca de la ventanilla, en el segundo piso, contemplo el panorama: por mi relato van pasando los personajes de la calle o las novelas, los cuadros de los museos, los reportes del tiempo de la BBC: siguen el ritmo -la rapidez o la lentitud- con que el autobús o los metros recorren la vieja ciudad inglesa: es un viaje interior, el mío, el de Nora garcía, o más bien, si soy más precisa, confesaré que se trata de un viaje topográfico. Cuento entonces la historia de un viaje circular: insisto, mi propio viaje, el viaje in illotempore de Nora García." p. 99
Margo Glantz, Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador, Barcelona, Anagrama, 2005.
No solo es el relato de alguien que adora los zapatos, especialmente los de diseñador, sino que es un ejercicio metaliterario y psicoanalizador en el que Nora García experimenta el mundo a través de su cuerpo y sus sensaciones.
Los relatos funcionan como una especie de mosaico que nos dan una idea fragmentada de Nora García. Por ejemplo, Londres es uno de los espacios que conforman dicho mosaico. Pero Londres no es Londres, sino Londres a través de los ojos de una extranjera que viaja en los autobuses de dos pisos, en los antiguos (los imperiales) y construye la ciudad desde ellos; también es Londres a través de la pintura: Stanley Spencer, Francis Bacon, William Turner, Lucien Freud.
Nora García también es ese "animal de dos semblantes", al igual que su chow chow, Groucho, un perro que es capaz de confortar la mayor de las soledades ("En suma, y esto es muy importante, los perros lo protegen a uno contra la soledad cuando los hijos desaparecen o se van y la verdad es que desaparecen o se van muy pronto", p. 59) y sin embargo atacar y morder a cualquiera (sobre todo a la criada). Es un perro con pedigrí y un callejero al mismo tiempo.
Sin embargo, el relato más conmovedor es "Palabras para una fábula", en el que las propias palabras sufren y chillan "como putas". Un relato en el que el cuerpo de Nora García es maltratado y fragmentado, cosificado. Cada una de las partes de su anatomía es símbolo de vida (y erotismo), pero también de muerte. Y esa certeza olvidada a menudo es la que nos pone los pies en el suelo. También los zapatos, por supuesto de diseñador.
"Ésta es obviamente la historia de un viaje, mi viaje, un viaje singular, la historia de un turismo a medias, recorro Londres en metro o en un camión rojo de dos pisos, antiguo, con su plataforma descubierta, su escalera de madera casi de caracol y su cobrador reglamentario (quizás hindú) y desde la parte trasera del autobús donde se sientan los fumadores, cerca de la ventanilla, en el segundo piso, contemplo el panorama: por mi relato van pasando los personajes de la calle o las novelas, los cuadros de los museos, los reportes del tiempo de la BBC: siguen el ritmo -la rapidez o la lentitud- con que el autobús o los metros recorren la vieja ciudad inglesa: es un viaje interior, el mío, el de Nora garcía, o más bien, si soy más precisa, confesaré que se trata de un viaje topográfico. Cuento entonces la historia de un viaje circular: insisto, mi propio viaje, el viaje in illotempore de Nora García." p. 99
Margo Glantz, Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador, Barcelona, Anagrama, 2005.
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