Vanidades 3. Vida y desolación

Supe cuando la vi por primera vez que estaba ante una auténtica obra de arte, una de esas que te dejan sin palabras, que te atraviesan el alma con un mensaje que no escuchas, pero entiendes. Una obra artística que te pasarías contemplando todo el día, sin pensar, pero pensando al mismo tiempo, comprendiendo, sintiendo.
A pesar de no poder alcanzar semejante maravilla tenía muy claro lo que haría con ella cuando fuese mía: tendría un espacio propio, solo brillaría ella, sin más adornos que ella, ni siquiera una luz directa: solamente Vida y desolación. Tales sueños inalcanzables construyen la imaginación de la juventud, cuando sueña con poseer aquello que no puede conseguir. Al fin y al cabo soñar y obtener viene a ser lo mismo. Ilusión. La vida se encarga de convertir los sueños en desolación.
El artista, Miguel Ángel Rodríguez (¿acaso un artista podría tener otro nombre?), quizás expuso esta maravilla entre otras suyas, en su rincón de la oficina de Información y Turismo, en Semana Santa, justo enfrente de la catedral. Arte contra arte. Ambos inalcanzables. ¿Alguien soñó alguna vez con tener la catedral en una repisa envuelta en terciopelos, sin más adornos que ella misma, sin más luz que su esplendor?
Vida y desolación. ¿Contrarios o sinónimos? Al contemplarla, la vitalidad recorre cada veta perfectamente tallada: parece una fotografía, un instante recogido del principio de una tormenta marítima. Marítima. Tiene que ser el mar. Tengo que creer en el mar. Todas y cada una de ellas, diferentes, todas alcanzarán la masa de agua salada. Desolación. ¿Alguien contempló el mar un día lluvioso? Son días y lugares en los que se permite llorar sin ser descubiertos. ¿Serán gotas de agua? ¿Será lluvia? ¿O serán lágrimas? Depende del día y de los ojos que la miren. Mis ojos.
"Cuando algún día tenga dinero te compraré las gotas". Es probable que hubiera algún comprador a la cola, uno de verdad, con dinero en el bolsillo y no sueños. Desolación. Solo sé que el día de mi 22 cumpleaños (de verdad fue un año irrepetible) apareció en mis manos un regalo enorme de mi tío, Miguel Ángel. Y del papel surgió el mar y las gotas y las lágrimas. Vida. "Para una persona muy especial... un regalo muy especial". Vida y desolación reposa hoy en una mesa de cristal, ella sola, sin más luz que la que irradia ella.


1 comentario:

Saturnino dijo...

Los sueños son sólo eso sueños, pero quien se atreve a perseguirlos esta mas cerca de alcanzarlos.