El mes posterior a la I Media Maratón de León ha sido una locura en muchos sentidos, una nebulosa continua que no ha dejado de girar una y otra vez. Primero fueron molestias en la rodilla, asumibles y normales después de las dos medias en tres semanas, luego vino el dolor y por último el miedo. Y es que nuestro cuerpo es bien sabio y nos dice cuándo parar, de forma rotunda cuando acabamos por no hacerle caso. El lunes 27, en plena euforia post-maratón, aterricé en la cotidianidad de siempre, en un viejo ritual que se remonta a enero del 1995, fecha en la que apareció por primera vez mi tendinitis rotuliana, cuando sólo contaba 11 primaveras, y que no ha querido abandonarme desde entonces.
16:30 de la tarde. Mamá a mi lado. Sala de espera del traumatólogo. Esta vez no estoy "de morros"; me interesa que todo esté bien, que no sea nada. Mantengo esa esperanza. Lucho interiormente por esa esperanza. Rezo (a mi manera) para que no tenga nada que ver con la tendinitis. En tal caso, me distraigo, habrá que volver a empezar con el tratamiento del fisio: sesiones dolorosas e interminables, trabajo muscular específico, infiltraciones en el cartílago destrozado, acupuntura y otros recursos naturistas... más de seis meses en el dique seco. Y mientras, con el sueño de la maratón en mi cabeza. "Hasta que no bajes de 2 horas en media no podrás ir". "Hay que ir muy bien preparado". "No podemos precipitarnos". "Si no es el año que viene será el siguiente, mientras tanto debes acumular kilómetros y trabajo en tus piernas y sobre todo en la rodilla". Como siempre mi padre impone un poco de cordura en mi planeta de ganas desbocadas. Hasta que anuncian mi nombre.
En la consulta no me callo. Suelto todo lo que me pasa (obviando ciertas críticas veladas que mi madre me prohibió soltar). El traumatólogo toca la rodilla a su antojo y yo arrugo el gesto en determinados sitios. No me gusta que me toqueteen la cicatriz de la rodilla, me pone muy incómoda. Y no paro de mirar de reojo sus reacciones. No me deja las cosas claras. Bueno y malo. Bueno, porque si fuera la tendinitis me dolería horrores si me tocan fuerte. Malo, porque puede ser de otro sitio. Así que no me queda más remedio que sacarme unas radiografías para verla por dentro. Cuando vuelvo con ellas me sorprende con las palabras mágicas: "la rodilla no tiene nada". Y para qué mentir, respiré después de varias semanas. El cartílago está algo tocado y cansado. Sólo necesito reposar más tiempo; aprender que sigo otros ritmos, que no sólo tengo que contar con mi entusiasmo, sino también con mi rodilla, que para bien o para mal va a estar conmigo siempre. De momento piscina y algo de bici para no perder tono muscular y también me doy buenos paseos (sobre todo para soltar adrenalina). Después, poco a poco, a rodar en terreno suave y blandito.
De todas esta experiencia saco una conclusión bien clara: cabeza, mucha cabeza. Y paciencia.
En la consulta no me callo. Suelto todo lo que me pasa (obviando ciertas críticas veladas que mi madre me prohibió soltar). El traumatólogo toca la rodilla a su antojo y yo arrugo el gesto en determinados sitios. No me gusta que me toqueteen la cicatriz de la rodilla, me pone muy incómoda. Y no paro de mirar de reojo sus reacciones. No me deja las cosas claras. Bueno y malo. Bueno, porque si fuera la tendinitis me dolería horrores si me tocan fuerte. Malo, porque puede ser de otro sitio. Así que no me queda más remedio que sacarme unas radiografías para verla por dentro. Cuando vuelvo con ellas me sorprende con las palabras mágicas: "la rodilla no tiene nada". Y para qué mentir, respiré después de varias semanas. El cartílago está algo tocado y cansado. Sólo necesito reposar más tiempo; aprender que sigo otros ritmos, que no sólo tengo que contar con mi entusiasmo, sino también con mi rodilla, que para bien o para mal va a estar conmigo siempre. De momento piscina y algo de bici para no perder tono muscular y también me doy buenos paseos (sobre todo para soltar adrenalina). Después, poco a poco, a rodar en terreno suave y blandito.
De todas esta experiencia saco una conclusión bien clara: cabeza, mucha cabeza. Y paciencia.
11 comentarios:
Genial el día de hoy todo son buenas noticias, no veas lo que me alegra leer lo que hoy has escrito.
Los del "nunca" estamos de enhorabuena.
Nada mejor que hacer caso de las señales de tu propio cuerpo y como no al "irreductible" que tienes en casa, la experiencia es un grado siempre.
Mil besos y buen puente.
Abe.
Me alegro mucho de que todo te haya ido bien, ahora solo te queda tener un poco de paciencia con la bici y la piscina y ala a trotar de nuevo!!!
Mucho animo
Soy muy rebuscado o esa foto es intencionada? No le hecharás la culpa a las pobrecitas zapas? Porqué las castigas en el rincón? Va, Sonia, que están muy tristes y tienen muuuchas ganas de que les des caña....
Al final acabarás de triatleta.. :-)
Un saludo.
Perdón, quise decir ECHARÁS ...
Me alegro muchísimo, esas ganas e ilusión que tienes no pueden desaprovecharse. Ahora tu lo has dicho bien, cabeza y paciencia, todo es cuestión de tiempo, te queda un mundo por delante.
Cuídate que ya sabes lo que te dije, el próximo año te quiero ver sufrir en Madrid.
Un beso.
Pues menuda alegría me has dado. Como dices, paciencia, que cuando te recuperes poco a poco irás retomando el camino que llevabas.
Un beso
Hola! me gustaría colocar tu blog en Bitácora Almeriense, si lo deseas, hazmelo saber por: bitacoraalmeriense@gmail.com
El enlace:
http://blogosferalameriense0.blogspot.com/
Sonia, el otro día en el post de la maratonme quedé conganas de preguntarte por la rodilla.Me alegro que la cosa no sea grave.L.A.
¡¡Qué buenas noticias!! Ahora a retomar la rutina poquito a poco, deja que descanse tu rodilla que le has dado mucha caña.
Un besazo.
Abe: efectivamente, estoy contenta pero es una felicidad muy prudente. Poco a poco!!
Pepe: con lo poco que me gusta la bici... Pero bueno, manos a la obra!!
Rafa: las pobres no tienen la culpa. Y sí, las tuve que guardar, demasiada tentación. ¿Triatleta? Puff... mejor a corretear por los caminos, no compliquemos las cosas, jeje.
Crazysoul: me estoy entrenando en paciencia. Ojalá pueda "sufrir" también en Madrid el año que viene.
CarLitros: lo dicho, poquito a poco y con tranquilidad!!
Ignacio: hombre, yo no soy de Almería pero para mí es un placer.
L.A.: muchas gracias por tus ánimos!
Beatriz: qué bien me ha venido esto para aprender cómo hay que hacer las cosas. Ahora me lo tomo de otra forma.
Un saludo a todos!!
Yo creo q las ganas han superado a la precaución, pero todo, menos mal, se ha quedado en un susto, y también en un pequeño aviso de que hay q ir más despacio, cada uno tiene q marcar su propio ritmo, y poco a poco podrás calzarte otra vez esas zapatillas para preparar el siguiente reto! Y yo al lado animando, siempre
Publicar un comentario