Siguen pasando los días, uno detrás de otro, y Rusia vuelve a mi cabeza con demasiada insistencia. No puedo olvidar ese viaje ni la prueba que supuso mi inmersión en un mundo desconocido sin referencias occidentales y reconocibles, como por ejemplo el inglés, un idioma a todas luces básico para entenderse. Ese fue el gran reto: la comunicación. Y las reflexiones que aún hoy me asaltan inciden en que no son necesarias las palabras para comprender. Novodevichi es testimonio de ello.
El monasterio de Novodevichi data de mediados del siglo XVI y estaba habitado por religiosas pertenecientes a las familias acomodadas. Es un recinto amurallado, mezcla rojiblanca, con importantes edificios en su interior, representantes del arte ortodoxo. Llama la atención el estanque situado en el exterior, desde cuyo extremo opuesto se contempla una panorámica espectacular de todo el conjunto arquitectónico, con el efecto espejismo en el agua, lago que, según dice la leyenda, inspiró El lago de los cisnes de Tchaikovski. Hasta aquí la postal.
Lo que más me impresionó del monumento fue el famoso cementerio situado justo al lado, donde están enterrados personajes ilustres rusos. Apenas puedo expresar con palabras las sensaciones que me provocó la visita al cementerio Novodevichi. Tengo presente la imagen cultural más próxima a nuestra tradición, aquella de los pequeños cementerios alejados de los núcleos urbanos, de los pueblos, lugares solitarios, tristes, con panteones y nichos impersonales... una imagen desalentadora que me provoca aún mayor pavor ante ese futuro escrito. ¿Quién va a querer visitarme allí? Me apena arrastrar esa carga secular del miedo a la muerte, de alejar todos sus signos de nuestra vida, de no querer comprender que forma parte de nosotros... "Quiero que me entierren aquí", me sorprendí pensando... Y creo que no lo dije sin razón.
Novodevichi es un parque. Vida y muerte se encuentran unidos porque realmente así se debe concebir, las tumbas son tan diferentes unas de otras, auténticas obras de arte que muestran la personalidad de quien la mora. Y de repente, un pequeño banco delante de un túmulo. Yo sí acudiría a un cementerio como este, del que os dejo algunas imágenes porque realmente creo que sobran las palabras.
Solo puedo imaginarme la pieza de Tchaikovski en este lugar...
El monasterio de Novodevichi data de mediados del siglo XVI y estaba habitado por religiosas pertenecientes a las familias acomodadas. Es un recinto amurallado, mezcla rojiblanca, con importantes edificios en su interior, representantes del arte ortodoxo. Llama la atención el estanque situado en el exterior, desde cuyo extremo opuesto se contempla una panorámica espectacular de todo el conjunto arquitectónico, con el efecto espejismo en el agua, lago que, según dice la leyenda, inspiró El lago de los cisnes de Tchaikovski. Hasta aquí la postal.
Lo que más me impresionó del monumento fue el famoso cementerio situado justo al lado, donde están enterrados personajes ilustres rusos. Apenas puedo expresar con palabras las sensaciones que me provocó la visita al cementerio Novodevichi. Tengo presente la imagen cultural más próxima a nuestra tradición, aquella de los pequeños cementerios alejados de los núcleos urbanos, de los pueblos, lugares solitarios, tristes, con panteones y nichos impersonales... una imagen desalentadora que me provoca aún mayor pavor ante ese futuro escrito. ¿Quién va a querer visitarme allí? Me apena arrastrar esa carga secular del miedo a la muerte, de alejar todos sus signos de nuestra vida, de no querer comprender que forma parte de nosotros... "Quiero que me entierren aquí", me sorprendí pensando... Y creo que no lo dije sin razón.
Novodevichi es un parque. Vida y muerte se encuentran unidos porque realmente así se debe concebir, las tumbas son tan diferentes unas de otras, auténticas obras de arte que muestran la personalidad de quien la mora. Y de repente, un pequeño banco delante de un túmulo. Yo sí acudiría a un cementerio como este, del que os dejo algunas imágenes porque realmente creo que sobran las palabras.
Solo puedo imaginarme la pieza de Tchaikovski en este lugar...
7 comentarios:
Guuuaaauuuu!!! Que sitio más bonito, me encantaría visitarlo....cuando pase la crisis....
Totalmente deacuerdo que para entederse a veces no son necesarias las palabras..
Un saludo
Quique
Precioso! No me extraña que de vez en cuando acudan a tu cabeza imágenes del viaje. Un lugar así no se olvida...
Esa idea tenía q ser aquí, sitios donde querer ir, no sitios donde no querer pisar. El señor de bronce....la bailarina......Increible. Un besin
Soy miedoso ante muchas cosas pero no sé por qué, el visitar un cementerio es algo que me tranquiliza. Es realmente bonito el que nos muestras en el post.
Sobran las palabras...
Quique: te recomiendo que cuando pase la crisis te hagas un viajecito por Rusia, te va a encantar!!
Rafa: esas imágenes no dejan de asaltarme una y otra vez. Tenía que explicar porqué.
Elena: sí entiendo este concepto de cementerios, cada tumba es un regalo para la vista y refleja la personalidad de quien la habita. Eso nos convierte en únicos, incluso desde el otro lado. Te hubiese encantado.
Gregorio: las únicas veces que he sentido tranquilidad en un cementario ha sido cuando he viajado fuera. Los nuestros no me gustan, me dan mal fario...
CarLitros: exactamente, sobran.
Un beso para todos y gracias por comentar!
Explican que la belleza o el arte son las sensacionenes intimas que nos provoca lo que contemplamos;creemos que tenemos afinidades omunes y por ello te invitamos a visitar nuestro blog "Imatges de pedra i silenci"esperando lo encuentres de tu agrado,tanto como nosotros hemos encontrado esta bien ilustrada,y respetuosa entrada
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