Aquellos maravillosos años...

Ahora que voy saliendo del pozo, ahora que las cosas empiezan a funcionar y todo se pone en marcha, después de tener tiempo de sobra para pensar, analizar, reflexionar sobre los errores del pasado, ahora sé que me enfrento a algo que va más allá del aspecto físico: a mí misma, a esa cabecita que se ha estado negando a seguir hacia delante, que me ha impedido evolucionar como yo quería hacerlo. No lo voy a negar, es muy frustrante comprobar cómo en las demás facetas de la vida todo marcha como yo quiero, soy muy fuerte mentalmente, todo lo que quiero lo consigo cueste lo que cueste, todo menos esto... No sé las causas de este problema y es hora de volver la vista atrás, de demostrarme que un día, en un terreno semejante pero diferente, logré muchas cosas, la primera de ellas sentirme libre. 

No todos conocéis mi antigua faceta como atleta, ésa que me llevó a las pistas de atletismo y que me hizo disfrutar de multitud de horas tanto en las calles de velocidad, sobre todo en 60m., 80m. y 100m., también vallas, y por supuesto longitud y altura. Es decir, nada de fondo. Nunca fue mi fuerte, jamás se me dio bien a pesar de que la primera medalla que gané fue precisamente en un cross bastante duro en el Monte San Isidro. Lo mío era la velocidad pura y dura, y mi terreno favorito el foso de longitud...

Allí podía explotar todo mi potencial, ajustar la carrera al milímetro y coger el mayor impulso posible que me llevara lo más lejos. No recuerdo la edad que tendría por aquel entonces, ni contra quién competía, ni qué día fue, ni a qué hora. Pero aquella experiencia no se me olvidará jamás, precisamente porque aquello que más nos hace sentir es difícil de olvidar. Llevaba mucho tiempo soñando con vencer la barrera de los 4 metros. La tenía en el punto de mira desde hacía tiempo, todos los entrenamientos iban encaminados a conseguir tal objetivo. Me acuerdo estar tumbada en mi cama, recién apagada la luz, boca arriba con los brazos debajo de mi cabeza, visualizando una y otra vez el salto que me llevaría más allá del 4... Lo vi tantas veces... Y sabía que lo tenía al alcance de la mano; todos mis saltos por aquella época se movían entre 3,80 y 3,90 y pico, pero el salto perfecto, el salto de más allá del 4 no acababa de llegar.

Era una mañana de invierno, con tiempo fresco pero cálido y un sol tímido que alegraba el día. Mi cabeza funcionaba a 2000 revoluciones... sé que no era una competición especial, pero el nerviosismo me delataba, podía ser que ocurriera ese día, mi sexto sentido no paraba de darme alertas. Realicé todo el calentamiento concentrada, muy concentrada, pensando y analizando cada paso de la técnica a desarrollar. Desde la línea de salto empiezo a talonar paso a paso mi carrera, todo un proceso calculado al milímetro, pongo mi marca y a esperar haciendo tímidos calentamientos para no quedarme fría. No me fijo en los saltos de las demás compañeras, sólo tengo ojos para el foso, no dejo de mirarlo una y otra vez, hasta que uno de los jueces me avisa. Es mi turno. Me coloco en la pista, al lado de mi marca. Concentro mi vista en la arena, respiro, echo el cuerpo hacia atrás y salgo disparada como alma que lleva el diablo... según toco tabla y me tiro al foso sé que he saltado un poco cerca: el primer salto es de tanteo. Desde la grada me sugieren un cambio en el talonamiento, no me acuerdo cuál, pero sí que no estoy de acuerdo. Me la voy a jugar en este segundo salto a mi manera, así que avanzo la marca tan sólo tres dedos, quizás la mitad de lo que me pedían, y así aguardo mi turno hasta que me vuelve a tocar.

Pierna izquierda adelantada, al lado de la marca. Despacio, muy despacio, visualizo mi carrera desde mi pie hasta llegar a la línea de salto, repaso la técnica en el aire, cómo caer, colocación de brazos y piernas. No hace nada de aire, ni a favor ni en contra. La temperatura es la ideal. Los astros se conjuran. Controlo la respiración, no aparto los ojos del foso, echo el cuerpo hacia atrás, cojo impulso y lanzo la carrera aún más rápido que antes, prácticamente me he comido el progresivo pero continúo hasta explotar en la línea, llevo los brazos y las piernas en el aire, desde atrás hacia delante y me coloco en la posición de aterrizaje hasta que caigo en la arena de forma brillante. Me levanto rápidamente con el corazón reventando en pulsaciones, me sacudo la arena y miro la bandera del juez: blanca, salto válido, me dicen que lo he ajustado al milímetro, pero yo sólo tengo ojos para la medición, no existe nada más... Y de repente allí está, el salto perfecto, el salto del más allá del cuatro: 4,16 metros.

Nunca olvidaré lo que sentí, mucho más allá de la satisfacción personal, cuando sabes que todo el trabajo y toda la ilusión han valido para alcanzar la cima. Hace más de 10 años de esa experiencia y jamás podré olvidarla. Mucho menos ahora, cuando necesito aplicar al fondo la inteligencia y la capacidad de análisis que me caracterizaban en el salto de longitud. En su día la maquinaria funcionaba con un engranaje perfecto: el aspecto físico y el mental remaban en la misma dirección, y ahora, recordando aquellos momentos, necesito volver a poner en el asador lo que me falta: cabeza.

22 comentarios:

Servando dijo...

Que emoción Sonia, que maravilla de relato. Me he emocionado y he sentido ese salto como mio, la arena me ha salpicado y sabía que lo había conseguido.
¡Ese es el camino!desearlo tanto que el destino no tiene otra opción.
Adelante con tus deseos amiga, se que tarde o temprano mente y cuerpo se uniran y alcanzarás tus deseos.
Un beso

Jan dijo...

Bonita historia y gratos recuerdos. Como bien, dices, a aplicar tu experiencia en esta faceta del corredor de fondo. Tienes gran parte del camino hecho.

¿Qué tal el libro de Auster? Lo tengo ahí esperando...

Besos

Anónimo dijo...

La receta es sencilla, y parece que ya la conoces. En fin, correr minuto arriba, minuto abajo nunca debe ser fuente de problemas. Por cierto estoy pensando en correr en León.

Triatlòn Nazareno dijo...

bonita historia , saludos

VICMAN dijo...

De aquellos barros vienen estos lodos.

De vez en cuando hay que echar la mirada atrás para ver de donde venimos.

Emocionante historia

Unknown dijo...

Me ha gustado leerte. Me ha recordado una historia que dejaré caer por mi blog más pronto que tarde.

Ya sabes el camino, conjugar la mente y el cuerpo para convertirlos en un sólo elemento. Pienso que lo vas a lograr, lo tengo claro.

Un beso Medio Vecina.

Alex dijo...

Parece que encuentras respuestas. Bonito relato.

Risco dijo...

Bonita historía.
Sólo decir que tu aspecto del 97 es un poco hiriente para los abuelos que visitamos tu blog.

Halfon dijo...

Sonia, muy bonita historia con un gran final, he estado en la grada viendo el salto.

Por otro lado me ha hecho retrotraerme muchos años, el talonamiento, la concentración, la visualización de la carrera y el salto, en mi caso el foso era el otro el de altura y mi salto perfecto nunca llegó.

Ahora ya sabes sin agobios a por la media de León.

Un fondista de Doney dijo...

Sonia, una narración muy emotiva de tus tiempos de pista. Estoy convencido que volverás a experimentar esas sensaciones con el fondo, más tarde o temprano llegarán. Y espero poder ser testigo indirecto de las mismas.

Un beso.

Tania dijo...

Muy bonito el relato Sonia y lo mejor el final.
Con tu relato me has hecho aprender y recordarme de cosas que olvido...cabeza.
un fuerte abrazo,
Tania

Grimo runner dijo...

Muy grande si señor. Maravillosa entrada, un 10. Enhorabuena por encontrar la actitud que te llevará lejos y más rápido. Un beso.

vredaman dijo...

No hay de qué preocuparse, cabeza y estilo te sobran, todo irá encajando en su sitio poco a poco. Un saludo y adelante.

Saturnino dijo...

Con trabajo y constancia se alcanza el éxito; desterra todos lo miedos; sabes cual es el problema y estas en el camino de la solución, todo es cuestión de tiempo, y de eso nos sobra.
Un beso.

biciatleta25 dijo...

Poco a poco irás saltado y alcanzarás tú meta otra vez, date tiempo.
Un beso.

Anónimo dijo...

Muy bueno el relato, Sonia
Demuestra que ya has hecho una vez el camino, así que sabes lo que hay que hacer, y además que puedes
Un saludo y ánimo
JUAN

Jaime RunnerWolf dijo...

Muy bonita tu historia. Esos recuerdos de dan fuerza y tu eres una gran atleta, lo conseguirás nuevamente.

Ciao

Fer Panama dijo...

Tremendo post, y esa foto no tiene pérdida. No se puede vivir solo de los recuerdos, pero los recuerdos ayudan mucho para afrontar el presente y el futuro.

Un abrazo desde Panamá, nos seguimos leyendo

FER

A de la Mata. dijo...

Sonia: Me gusta tu relato. Es un buen guión. Ahora te toca aplicarlo. Con tu sana tozudez, saldras del hoyito, donde te has metido. Dragonte, es historia. Lucha y construye el presente. Animo y suerte a tope. Un abrazo. A de la Mata.

Carlos dijo...

¡Qué bonito recuerdo Sonia!. Cuídalo, pues se irá haciendo más hermoso con el tiempo.

No me parece a mí que sea cabeza lo que te falte, Sonia. En mi modestísima opinión, (que por supuestos puede estar equivocada), lo que creo es que te sobra impaciencia. El fondo es eso: sinónimo de tiempo, de constancia, de años... Eres muy joven, envidiablemente joven, y estoy seguro de que pronto habrá un bonito recuerdo del éxito en una media maratón o, quien sabe, en un maratón, que se sume al de ese salto.

Un abrazo. ;-)

Tecolinha dijo...

Genial crónica, Sonia. Muy emocionante. La leí ayer pero no me dejó el blogger comentar. Hoy me acordé de ella y ahora que la vuelvo a leer te doy la enhorabuena: por haberlo vivido y por saber contarlo tan bien. Es impresionante cómo la has actualizado, como si la hubieras vivido ayer. Se nota que fue muy intensa y lo mejor es que siempre te acompañará y te dará fuerza.
Ya sabes que el fondo es otra cosa, como ya también te han dicho anteriormente. Lo bueno que tiene es que se va ganando con la edad, así que no hay prisa, ¿no?
Bueno, de nuevo, mi enhorabuena por lo bien que has relatado esta bonita experiencia. La foto es preciosa. Un beso.

Quique dijo...

Hola Sonia, no todo el mundo puede escribir estas experiencias tan bonitas, superarse en lo que haces es lo más emocionante que puedes sentir y tu lo conseguiste....No dudo que volverás a sentir lo mismo en la larga distancia, no dejes de entrenar y pensar que esas cuestas algún día serán conquistadas por la gran Sonia.

Bonito relato, escribes muy bien!!!!

Un saludo
Quique