Si aun marchando con reyes guardas tu sencillez...

Sabido es que mi estado de forma actual modificó sensiblemente mi puesta en escena en la Media de La Latina; en teoría, a pesar de las cuestas, debía acercarme a las 2h, pero ya sabía de antemano que no me encontraba en las mejores condiciones para intentarlo siquiera, así que me conformaba con rondar las 2h06'. Al final mi padre, quien acudió a la cita solo porque yo me empeñé en participar, me acompañó durante todo el recorrido, preludio de lo que habrá de venir dentro de poco. Gracias a su ayuda, a la de Carlos y a la de Abe después, no me cayó la del pulpo en una media bastante durilla.

 Entre los reyes Carlos, mi padre y Abe. 

Foto cortesía del Señor Rosado, tomada del blog del Nunca.

Madrid nos recibió este fin de semana con unas temperaturas demasiado elevadas para lo que llevamos de año, y con ese calorcillo mis padres y yo nos plantamos en el centro para disfrutar de la mañana. A veces ocurre que los paisajes urbanos, de sobra conocidos y familiares, se envuelven ante nuestros ojos de una pátina distinta, como en sepia, seña de algo importante y trascendental. Fuencarral, Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, Calle Mayor, Palacio de Oriente... No éramos unos simples turistas más, nosotros íbamos siguiendo una línea azul, a veces imaginaria, una línea que finaliza después de 42195 metros en el Retiro... Para rematar la mañana, comida con los compañeros del Nunca correrás solo, otro encuentro lleno de "despropósitos" que, aunque parezca mentira, se acaban haciendo realidad.

En contra de lo que viene siendo habitual, dormí toda la noche de un tirón, sin nervio alguno, y así me planté en Aluche, dispuesta a disfrutar de la carrera, ya que no podía pedirle más al cuerpo. Después del encuentro con más compañeros, de saludar a Alfonso, entre reyes, pues así son mis compañeros del Nunca, empecé la carrera de más a menos, trabajando las subidas con la ayuda y los consejos de mi padre, soltando un poco en las bajadas y, sobre todo, poniéndole cara a un escenario que, dentro de no mucho, se tornará muy real. Confieso que iba un poco "acojonada" de cara al final, con una subida tendida pero larga (y sin embargo, subida), incapaz de saber si tendría fuerzas suficientes para afrontarla. Pero las tuve, y vaya que si las tuve, encontré ritmo y zancada cómodos y concentrada, pero sin pensar, culminé los últimos kilómetros de la carrera y paré el crono en 2h'8'12".

Cortesía de Raúl

A pesar del tiempo, elevado para mis pretensiones, pero lógico para mis condiciones actuales, estoy bastante satisfecha por varios motivos. Primero, porque es la primera media que corro con mi padre de principio a fin, los dos juntos, y eso, se mire por donde se mire, no tiene precio. Segundo, porque parte del escenario es el mismo que el de la maratón, y más o menos puedo hacerme una idea exacta de lo que me espera. Tercero, porque acabé muy bien de fuerzas, porque subí a ritmos tranquilos y llevaderos y porque a pesar de todo sé que puedo, que no me equivoqué al pensar que este es mi momento. Porque lo es. Realmente lo es.