Está decidido

En época de cambios, sobre todo si son trascendentales, no conviene perder la calma. Mucho menos si notamos la presencia incómoda de las zapatillas que nos imploran desde el rincón salir a rodar por los caminos. Y es que, lo miremos por donde lo miremos, las zapatillas para un runner vienen a ser como una mascota que necesita salir de paseo. Y como a veces no es posible nos faltan paredes en las que subirnos.

El viernes pasado, después de una deliciosa comida en buena compañía en las bodegas de Valdevimbre, llego a casa con la ilusión rayana en lo infantil de vestirme en corto y calzar esas zapatillas tan ansiosas. No me apetecían cuestas, tan sólo rodar tranquilamente, al menos una hora, así que enchufo el iPod a toda pastilla y pongo rumbo al carril bici (que por cierto han ampliado) para entrenar sobre mi circuito de 10mil. El primer km lo cronometro en 5'30'' y a partir de ahí sigo un ritmo constante, me acompaso en ese zapatillear reconocible, en esa zancada cómoda pero exigente, en ese bienestar tan conocido por cualquier runner que se precie. Llego al km 5, tengo que sortear unas cuantas vacas que habían invadido el carril y miro el crono: 29'. Voy bien, según lo esperado. Hasta ahora soplaba viento en contra y en la vuelta me toca de cola. Recuerdo que mi récord en ese circuito está en poco más de 56' y procuro arrear hasta el final, cuando por fin llego al camino al lado de mi casa y me doy cuenta de que no va a ser posible, así que levanto el pie del acelerador, o eso creo yo, porque rodando el último kilómetro metida en mi burbuja (son una maravilla, no permiten que la magia se escape) caigo en la cuenta de que lejos de disminuir velocidad la he aumentado progresivamente, acabando en un bonito sprint final contra el reloj y bajando en medio minuto mi anterior marca para establecer la nueva en 55' 54''. Sencillamente perfecto.

Pero como nunca nada es lo que parece, por la noche no aguanto el dolor de mis rodillas y no me queda otra que ponerlas entre algodones, donde han permanecido desde entonces. Que la izquierda se queje entra dentro de lo previsto, al fin y al cabo lleva haciéndolo casi 15 años. Pero la derecha es otra cosa. Me hace poner los pies en el suelo y dejar de soñar con ritmos, mejoras y marcas, y me obliga a sacar paciencia y, sobre todo, prudencia. En el calendiario se acercan dos medias. Valladolid estaba totalmente descartada; La Bañeza, por contra, era una sombra de dudas que hoy quedan despejadas: nada de medias hasta la de León el próximo año. Y precisamente en esa carrera, en casa, tengo puesto el punto de mira, con un duro invierno por delante y varias causas pendientes:

-Cuestas: como su nombre indica, y valga la redundancia, me cuestan un montón. Es el gran caballo de batalla de esta temporada y en ellas enfoco mi puesta a punto. Hoy por hoy es una cuestión de orgullo personal, una prueba que pone en juego mi voluntad, mi capacidad de sufrimiento y mi mejora. Una de las últimas veces que planifiqué entrenamiento en cuestas me rendí en la primera; hecha una furia volví a bajar y me obligué a subir de nuevo del tirón no sólo esa, sino las demás. La Última Carrera de Agosto 2009 por la Sobarriba puso de nuevo al descubierto mis carencias en este terreno y Tecolinha, siempre tan atenta, me prometió que en la próxima no habría cuestas. Pero no voy a ceder; no sólo no hay que quitarlas, sino que se deben incluir más. Está decidido.

-Ritmos: la media va bajando sin querer y se sitúa en torno a 5'30'' (comparando este dato con los de los runners que conozco casi me da la risa, pero bueno). Aún puedo mejorar, me gustaría situarlo en 5' y planificar mejor las competiciones, ir siempre de menos a más y no quedarme sin fuerzas para el final. Eso teniendo en cuenta que el terreno llanee; si hay repechos la media se me dispara, luego hay que trabajar a tope en esas cuestas. Está decidido.

-Fondo: el hecho de no querer competir en medias hasta que me apetezca (y esté en condiciones físicas y mentales) tiene una razón de ser. Y es que sencillamente quiero correr y correr, coger fondo. Situar la tirada larga de la semana en 12/14 km (incluso más) y realizar por lo menos cuatro entrenamientos a la semana, sin olvidarme de la piscina. Está decidido.

-Media Maratón de León: el año pasado me propuse correrla y lo conseguí, la acabé. Ahora toca mejorar marca: bajar de dos horas y, al ser posible, bajar bien; no me conformo con 1h 59'. Está decidido.