De excursiones, recuperaciones y más paciencia

Malos tiempos para la lírica cuando hay días que apenas nos dejan respirar y surge la necesidad de coger carrerilla, y de paso un respiro. Digamos que las cosas no van todo lo bien que a mí me gustaría. Digamos que voy pasando pruebas sin que ninguna resulte del todo satisfactoria. Digamos que sigo visitando al fisio, y que sigo sufriendo. Y digamos que sigo sin estar bien del todo. La semana pasada puse el cuerpo en funcionamiento, con sensaciones extrañas y agradables al mismo tiempo. El viernes el fisio me dio vía libre para correr más, entrando en ese intervalo de tiempo que se mueve entre la media hora y la hora de sufrimiento glorioso, con la pequeña esperanza de que si pasaba la prueba el martes me daba el alta. ¿El escenario? Morgovejo, un pueblecito encantador en la montaña leonesa, cerca de Prioro, destino de una nueva excursión emprendida por el Equipo Muchachita, junto con otros amigos del Rural Team. Estos fines de semana son todo un privilegio: buena compañía, mejor comer y beber, y un repaso considerable de todo tipo de juegos, desde cartas, pasando por tableros de mesa (dios salve al Party, el Pictionary o el Tabú) y un sinfín de videojuegos de nuestras ilustres Play o Wii. La casa era un verdadero encanto, de piedra y madera, amueblada con mucho gusto y todo lujo de detalles antiguos y las vistas... en fin, todo un espectáculo. Como los deberes que tuve que hacer durante el fin de semana, mi segundo test, una buena paliza en el lugar que menos me gusta (para correr), la montaña. Sí, habéis acertado: cuestas, cuestas y más cuestas. El sábado estuve 35' subiendo y bajando, con algo de dolor pero buenas sensaciones, y el domingo subí hasta los 45' al lado del río, en un llaneo inconstante y acabando en una gran subida hasta llegar sin fuelle a la casa. Debo deciros, que a pesar de mis reiteradas protestas con las puñeteras cuestas, no me rendí en ninguna de ellas,en algo se nota Dragonte, que ya nada me parece lo mismo.

El lunes me lo tomé de descanso y el martes la previsión del fisio fue... más de lo mismo. No lo voy a negar, no me sentó nada bien, esperaba estar recuperada ya y los ánimos de hoy por la mañana estaban un poco por los suelos... Hasta que llegó la hora del tercer test: cambios de ritmo para forzar el cuerpo y ver cómo voy aguantando. Como siempre que le llamo, mi amigo, consejero espiritual, planificador, entrenador virtual y lo que queráis, Jesús, acude en mi ayuda y rápidamente me diseña los dos entrenamientos que tengo que hacer hoy y mañana. Así que a las 17:30, con cierto gustirrinín, me calzo las zapatillas y me dirijo hacia La Granja para realizar 15' de calentamiento y ocho cambios de ritmo de 1' recuperando otro para finalizar con un trote suave de otros 15' minutos. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con un entrenamiento: he rodado tranquila, siguiendo el plan previsto, aguantando bien, sin más molestias que las causadas por el tratamiento y terminando a buen ritmo, sin estar cansada como en días anteriores. Mañana veremos a ver cómo nos portamos, ya que los cambios son un poco más largos, pero si me lo paso la mitad de bien que hoy habrá merecido la pena, seguro. El viernes nueva cita con Joaquín. Esperemos que sea la última...